Más recientemente, a comienzos de abril, Google se vio forzada a dar de baja en cuestión de días la creación de un Consejo Asesor de Ética en Inteligencia Artificial a raíz de la polémica inclusión como miembro en dicho organismo de una influyente figura conservadora de Estados Unidos, la cual había tenido posturas contrarias a la extensión de derechos a minorías sexuales y cuestionado la importancia del cambio climático.
Y, de manera innovadora, en su carácter de accionistas de la empresa, empleados de Amazon presentaron una resolución de accionistas que fue considerada en la Asamblea General de este año donde le piden al Consejo de Administración que divulgue de manera pública cómo considera reducir su dependencia de combustibles fósiles a la vez que gestionar los riesgos relacionados con el cambio climático.
Las generaciones más jóvenes de empleados (“millennials” y “centennials”) que ya están o se están incorporando en el mercado de trabajo - y que conforman una parte mayoritaria de los empleados que han participado en las protestas arriba descriptas - consideran importante trabajar para empresas que integren en sus modelos de negocio una mirada a largo plazo de temas de sustentabilidad estratégica que cubra el conjunto de aspectos materiales “ASG”, es decir riesgos y oportunidades medioambientales, sociales y de gobierno corporativo.
Ellos no ven estos temas como disociados de la sustentabilidad del negocio sino como parte misma de la supervivencia del mismo y de las comunidades dentro las cuales operan sus organizaciones. Si tenemos que imaginar a estos jóvenes empleados y sus intereses quizás Greta Thunberg, la joven activista sueca nacida 2003 que con sus acciones y discursos ha sido en parte responsable de huelgas estudiantes en pos de la lucha contra el cambio climático en escuelas de todo el mundo, pueda ser una buena visualización de los que las empresas deban esperar.
Las empresas y sus líderes tendrán entonces que estar preparados para saber hacer frente a estas nuevas demandas que empiezan a recibir por parte de nuevas generaciones de empleados en un espectro de temas que son novedosos y, a la vez, urgentes.
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Cuán rápida y eficientemente respondan a estas demandas determinará de qué manera podrán gestionar su propio riesgo reputacional corporativo, así como también estar en mejores condiciones competitivas de atraer y mantener al mejor talento.
Los empleados pueden mejor que nadie desde adentro poner al descubierto – y, al instante, vía redes sociales - hipocresías o contradicciones entre lo que la empresa dice y lo que realmente hace y sus protestas pueden impactar en la performance financiera de las mismas a través de bajas de sus cotizaciones en la bolsa, renuncias de ejecutivos, atrasos en planes de negocio, etc.
En este sentido, las organizaciones más innovadoras serán aquellas capaces de adelantarse a las demandas de sus colaboradores, haciendo suyas sus agendas, incluso a través del “activismo” social y medioambiental de sus propios CEOs.
Después de todo, estos mismos empleados “activistas” tienen una agenda común de preocupaciones con los que son (y serán) también los nuevos consumidores, accionistas y ciudadanos que estarán eligiendo y evaluando a dichas empresas. Exactamente las mismas preocupaciones de Greta Thunberg.
Nota del editor: Gabriel Cecchini es consultor en Gobierno Corporativo, Integridad & ESG. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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