He aprendido que nuestro lenguaje se va moldeando de acuerdo a nuestras creencias, éstas vienen de las cosas que nos dicen nuestros papás o la gente con quienes crecemos, por ejemplo, uno de mis alumnos tenía la creencia limitante de que era un flojo, y siempre se lo decía a él mismo; cuando trabajamos en el tema, se dio cuenta de que la creencia venía de que su mamá le decía: “Hijo, como tú naciste sentado, todos sabíamos que ibas a ser un flojo”, este es el tipo de creencias que debemos identificar para eliminar y alcanzar nuestro máximo potencial.
Desde que nacemos, aprendemos el idioma materno, a seleccionar nuestras palabras, aprendemos que existen diferentes tonos de voz para expresar distintas emociones o situaciones, incluso podemos aprender otros idiomas, todo esto lo usamos como recursos para convivir en sociedad, pero nadie nunca nos enseña a darle un propósito más grande.
Como todos sabemos, el lenguaje lo expresamos de dos maneras: verbal y no verbal. El no verbal es nuestro lenguaje corporal, por lo que debemos poner especial atención a nuestros gestos y cuerpo al hablar, ya que compone más del 50% de nuestra comunicación, aquí hago especial énfasis con mis alumnos ya que en la comunicación efectiva, impacta más el cómo lo dices que lo que dices.
Para el lenguaje verbal me encanta utilizar la frase “Las palabras tienen magia”, ya que una palabra puede hacer o deshacer tu día, empoderar o desmotivar a una persona, cerrar o no un contrato, o simplemente con una palabra podemos cambiar nuestra vida o la de alguien más, es por eso que debemos de ser implacables con nuestras palabras, empezando por cómo nos hablamos a nosotros mismos, hasta cómo le hablamos a los demás.