En el mundo se requiere energía y para ello se ha invertido en 2018 alrededor de 1,850 mdd y en la que México representa del total alrededor del 2 a 2.5%. Del total de en la industria energética, el 70% proviene de una inversión pública vía las empresas productivas del Estado, limitando la introducción de nueva IED. En contraste, en el mundo entre el 80 y el 85% se realiza por parte de privados y los gobiernos fungen como facilitadores, reguladores, normativos y recaudadores de impuestos.
La empresa extranjera que viene a México lo realiza por medio de un contrato con Pemex y CFE, no invierte o asume un riesgo financiero total y es limitado a lo que plasman en cada licitación que convoca cada empresa productiva del Estado, ganando un proyecto que solo mantendrá la operatividad de la empresa, pero que no incrementa el negocio de la misma y registra un desfase respecto al crecimiento del mercado.
En contra sentido, una empresa que empieza de cero un proyecto y adiciona un valor en infraestructura energética para cubrir una demanda no satisfecha por una empresa productiva del estado, incrementa el flujo de efectivo circulante en la economía y cambia la percepción de mayor certidumbre de invertir.
Al tener una tendencia en certeza da lugar a un incremento en la IED en el rubro de nueva y conlleva al crecimiento económico, al haber una mayor cantidad de dinero adicional de recaudación de impuestos y que no fueron contemplados dentro de la ley de ingresos programados.
No perdamos el foco, para el 2020 hay un plan de corto plazo, ¿y para el 2040 qué plan existe? ¿Preferirías que un proyecto tome el riesgo de tu dinero o que alguien lo asuma contigo, a donde aprendamos entre ambos lo que no sabemos?
Nota del editor: Ramses Pech es analista de la industria de energía y economía. Es socio de Caraiva y Asociados-León & Pech Architects. Síguelo en Twitter como @economiaoil . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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