Algo que no es menor para la agenda electoral doméstica de Trump es la insistencia por rectificar y corregir -según él- toda acción realizada por su antecesor. Los errores de política exterior de Barack Obama, en el diagnóstico obtuso de Trump. En este caso puntual, revertir el acuerdo nuclear de Irán de 2015, impulsado por Obama, tiene ese claro objetivo.
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En esa lógica, Trump pretende desviar la conversación pública del conflicto interno con el Congreso, la desaprobación de su mandato y trata de emular la conocida receta de detonar una intervención militar y poder así usar el discurso del miedo como temática electoral. Esa estrategia que tan buenos réditos le dio al anterior republicano en la Casa Blanca, George W. Bush y que, en efecto, le permitió su reelección presidencial e inclisive la mayoría en el Congreso en las siguientes elecciones legislativas intermedias.
A ver si el capricho de Trump no se sale de control y las consecuencias desbordan el cálculo de riesgos, aunque -por ahora- el saldo de la maniobra iraní le favorece.
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Si bien apenas arranca el año y el mes, enero es seleccionado por Trump para generar un distractor y sacar rédito electoral de cara a la contienda de noviembre de 2020.
Nota del editor: Horacio Vives Segl es licenciado en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Belgrano (Argentina). Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.
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