Los demócratas alegan que sus contrapartes están bloqueando el proceso y escondiendo la mala conducta del presidente. Lo dijo Nancy Pelosi -la decisión de los republicanos oscila entre favorecer la constitución o el encubrimiento-.
Siendo acusado de abuso de poder y obstrucción de justicia por la saga ucraniana y no por el rusiagate -el reporte Mueller no encontró evidencia de colusión entre Trump y Moscú,- los demócratas le reclaman al presidente gobernar con fines políticos, electorales y personales al haber retenido alrededor de 400 millones de dólares de ayuda a Ucrania a cambio de contar con información que comprometiera a su principal rival político Joe Biden en la carrera presidencial del 2020.
Si con este argumento más digerible y fácil de comunicar, un -quid pro quo- será improbable la destitución, entonces ¿qué se proponen los demócratas con el juicio político?
El Partido Demócrata ha hecho varias apuestas. Primero, el hecho de que Trump continúe su campaña política “absuelto pero acusado” lo pone en una gran desventaja, porque el juicio político puede achicar sus cartas de juego dañando su reputación, aunque en sentido contrario puede abonar políticamente a su victimización.
En este tenor el mensaje que los demócratas quieren difundir en la matemática electoral es claro: Trump no cuenta con una expediente limpio e intachable en su búsqueda por la reelección. En segundo lugar, la apuesta demócrata presiona fuertemente para que en el transcurso del juicio político se adquiera más evidencia con testigos, pruebas adicionales y nuevos documentos.