Lo mismo pasa con las metas deportivas. Voy a suponer que el equivalente a mejorar tus ingresos fuera hacer una mejor marca en maratón, es decir, un tiempo más rápido. Te concentrarás en entrenar más duro y seguro mejorarás, pero si quieres dar un salto que te lleve a otra dimensión te debes concentrar en otras variables.
Antes de continuar, piensa en qué quieres mejorar: ¿Tu ingreso? ¿Tu condición física? ¿Tu salud? ¿Tu plan de retiro? Lo que sea, elige.
¿Cuál es tu indicador final? Ese en el que la lógica dice que te debes concentrar. ¿En qué se mide? ¿En dinero? ¿En minutos por kilómetro? ¿En kilos? ¿En podios? ¿En medallas? ¿En becas? aquí viene lo importante. Tienes que enfocarte y apostar a las variables que afectan dramáticamente ese resultado. No en el resultado mismo. Y en estos dos planteamientos hay una gran diferencia. Te explico; primero en términos deportivos y luego voy a los negocios.
Si yo quiero mejorar mi velocidad como corredor de maratón, el indicador final es en cuánto tiempo logro hacer 42 kilómetros, y en cuántos minutos por kilómetro debo de correr durante esa distancia para lograrlo. Pero la pregunta sería: ¿cuáles son los indicadores predictivos para este resultado?
Por ejemplo, uno puede ser mi peso y composición corporal; si logro estar más ligero, con menos grasa y más músculo, podré mejorar mi marca aproximadamente 1 minuto por cada kilo que baje.
Entonces mi meta es más específica, cada kilo que bajo estoy impactando el resultado final. Pero hay mucho más. Si logro que mi corazón no se dispare, y puedo correr más kilómetros con menos pulsaciones por minuto, tendré una variante clave, porque mi corazón resistirá más kilómetros sin acelerarse y aumentará mi probabilidad de llegar entero al final de la carrera. Si no se me dispara el corazón no sufriré el muro y mi final de carrera será más rápido.