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El virus más peligroso para la economía

Una de las lecciones que deberán aprender las fuentes oficiales: el reto de informar no es otro que el de crear confianza, opina Francisco Hoyos.
mar 24 marzo 2020 07:00 PM
Coronavirus - virus - economía - infección
Los mercados se preparan para el estallamiento de una nueva burbuja en lo que llega la ansiada vacuna o un tratamiento efectivo con medicamentos actuales, apunta Francisco Hoyos.

(Expansión) – En la tormenta económica perfecta, el virus más peligroso no será el Covid-19, sino la “infodemia”; esa enfermedad de nuestro siglo que acelera la especulación, la incertidumbre y el temor al futuro.

Esta crisis sanitaria no es una condición nueva, porque hemos pasado por otras pandemias, pero la manera en que ésta es narrada nos mantiene -y mantendrá- en vilo durante las siguientes semanas.

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Poco importa nuestra preparación académica o profesión, cada vez con mayor frecuencia los episodios de desinformación se convierten en el contagio más poderoso, que ya hizo pasar a los mercados de valores la peor quincena desde la gran caída financiera de 2008, a pesar de todas las medidas que se intentaron para tratar de calmarlos.

El nerviosismo por el crecimiento del coronavirus y el impacto que tendrá el “aislamiento social” en 192 países, muchos de ellos potencias económicas internacionales, en su consumo, inversión, empleo, y costo de los servicios de salud (muchos desmantelados a favor del mercado de la salud privada), anticipa que la tarea para tranquilizar a los grandes inversionistas llevará tiempo.

Y tiempo es precisamente lo que hoy no tenemos en abundancia, porque el reto mundial es achatar la curva de contagio lo más pronto posible, aún a costa de meter a sus hogares a millones de personas.

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El miedo no sólo es a un virus para el que no se tiene cura o vacuna, también el temor es porque desde hace muchos años sabemos que los sistemas de salud pública gratuita y universal, antes pilares del Estado de Bienestar de cualquier país que buscaba crecer, se volvieron un lujo que pocas naciones decidieron sostener y ahora no serán suficientes.

Por eso los mercados se preparan para el estallamiento de una nueva burbuja, la de la falta de respiradores, camas de hospital, compras de remedios que no sirven de nada y hasta de exceso de adquisiciones de papel higiénico, en lo que llega la ansiada vacuna o un tratamiento efectivo con medicamentos actuales.

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Durante 40 años, Richard H. Thaler se dedicó a estudiar la irracionalidad de los mercados. Hasta que inició sus estudios en los años 80, la teoría económica clásica suponía que éramos seres perfectamente racionales a la hora de tomar decisiones con el dinero, lo que permitía elaborar modelos de predicción estables, con factores que podían cambiar, pero siempre bajo una lógica.

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Pero los humanos no nos comportamos así y estas últimas semanas lo dejan claro. Desde la poca atención que le dieron gobiernos de Italia, España y Estados Unidos al coronavirus, lo que permitió que viajara sin complicaciones desde China, el primero en tratar de ocultar el impacto de la nueva cepa, hasta las fallas periodísticas en México que buscaban anunciar la primera muerte por coronavirus en la figura de un conocido empresario, la “infodemia” será una enfermedad que tendremos que enfrentar durante mucho tiempo.

Más con la presencia de las redes sociales y la comunicación instantánea que éstas provocan. Es nuestra confusión de siempre, pero amplificada al cubo por la posibilidad que tenemos para compartir datos, imágenes y videos.

Bueno, apenas la semana pasada, el vocero del hombre de negocios más importante del país tuvo que emitir un desmentido fulminante cuando un columnista citó a su “biógrafo oficial” para afirmar que estaba contagiado de coronavirus, un anuncio que hubiera movido varias bolsas de valores de haberse dado por cierta.

Esa es una de las lecciones que deberán aprender las fuentes oficiales: el reto de informar no es otro que el de crear confianza, una condición que cualquiera que sube algo al ciberespacio puede destruir en minutos.

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Ejemplos sobran, solo recordemos que llevamos semanas enfrentándonos porque por cada persona que trata de estar tranquila, hay otra que asegura que está a punto de iniciar el apocalipsis, a partir de lo que mandaron a su celular.

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Incluso los gobiernos como el nuestro, con el aval de la Organización Mundial de la Salud (que ha salido bien librada en la percepción social de confianza), han sufrido de una ola de críticas de parte de sus opositores que irremediablemente afectan a los mercados, inmersos en un huracán de datos inconexos que buscan primicia, interés político, pero no contexto.

Sin embargo, este es el mundo que tendremos una vez que superemos la pandemia del Covid-19: uno donde el miedo es tan contagioso como la mutación más agresiva de cualquier virus; uno donde la información confunde y las opiniones, en video o en caracteres, pueden arrasar con la confianza e infectar mercados que nunca han sido racionales, como lo demostró el doctor Thaler; por eso le dieron el Premio Nobel de Economía en 2017.

Nota del editor: Francisco Hoyos Aguilera es Especialista en comunicación. Graduado del Tec de Monterrey con una maestría en la Universidad Iberoamericana. Fue reportero en el diario Excélsior y en la corresponsalía de The New York Times en México. Lleva dos décadas en la comunicación pública y privada. Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor. Síguelo en Twitter y/o LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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