En Rusia, el Covid-19 también alteró los planes políticos y personales de Vladimir Putin, el presidente que busca extender su poder hegemónico hasta el año 2036. Fue la política de la cuarentena la que canceló el referéndum del 22 de abril, la cita que pretendía darle tranquilidad y más certidumbre al todopoderoso presidente, a propósito de votar una serie de reformas constitucionales que habilitarían la posiblidad de presentarse como candidato a las elecciones del 2024 y 2030.
En principio, una votación que se inclinaba hacia un empate técnico, pero que de realizarse después del peligro del coronavirus le robaría a Putin un buen trozo de rentabilidad política por el nuevo declive económico y la caída pronunciada de los precios internacionales del petróleo y gas natural.
En Reino Unido, el equiibrio geopolítico del brexit también sufrió un descalabro. Luego de oficializarse el 31 de enero, se abrió un periodo de transición de 11 meses que ahora tendrá que alargarse en gran medida por la ralentización de las negociaciones a causa del virus para alcanzar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (UE).
Además, se debe señalar que Michael Bernier, el negociador europeo contrajó el virus y semanas después Boris Johnson, el primer ministro británico fue ingresado a terapia intensiva. Con ello, la misiva “get the brexit done”, el slogan del Partido Conservador que le valió conseguir mayoría absoluta en las elecciones del 12 de diciembre del 2019, no podrá concretarse como se estipuló en campaña.
Ahora el cambio de planes se debate públicamente porque a todas luces será imposible cumplir con el plazo original debiéndose alargar por dos años.