En lo que la pandemia no se parece a un maratón es que normalmente uno se inscribe a las carreras voluntariamente, pero al Covid-19 nos inscribieron sin avisarnos; cuando menos lo esperábamos ya estábamos corriéndola.
Además, cuando uno va a hacer un maratón, puede investigar cuál es la ruta, la altimetría y calcular su tiempo estimado, más o menos preciso de acuerdo a como ha entrenado. Pero en el caso del maratón Covid-19, aunque hay antecedentes, la ruta es nueva, llena de sorpresas, de subidas mucho más empinadas que las que pronosticamos. Aquí no contamos con una certeza de cuánto durará.
Este tipo de retos, que uno no se plantea, nos obligan a aprender de forma acelerada, a hacer cosas que nunca hubiéramos imaginado hacer, es cierto que el resultado puede ser catastrófico, pero al mismo tiempo puede llevarnos a evolucionar de una manera exponencial. Porque son las sacudidas las que revientan los paradigmas de una persona, una organización, un país o una cultura.
Cuando todo haya terminado ¿qué nuevas cosas sabremos hacer y resolver?, ¿cómo dimensionaremos los problemas?, ¿cuánto madurará nuestra forma de tomar decisiones?
Aplicando esto a tu carrera profesional.
Busca que la meta no sea volver a la normalidad, sino crecer, entrar a una nueva dimensión, de más conciencia, de mayor colaboración, una dimensión donde utilizar la tecnología para lograr lo impensable y valorar enormemente los recursos con los que cuentas.