La caída en los precios del petróleo a terreno negativo es una muestra más del efecto de la pandemia de COVID-19 sobre la economía global. Debido a los esfuerzos de contención del virus y la disminución en la actividad económica de muchos países, la demanda por petróleo ha caído drásticamente – dado que hay menos necesidad de gasolinas y combustibles para transporte y producción, también hay menos necesidad de comprar petróleo para refinarlo. Sin embargo, a pesar de que la demanda por petróleo ha caído alrededor de 30%, la producción se ha mantenido en niveles similares a los que había antes de la pandemia.
Al haber más petróleo en circulación del que en realidad estaba siendo demandado, el precio comenzó a disminuir para volverlo más atractivo. Lo que llevó a precios negativos fue la percepción de que aquellos que tenían contratos para recibir petróleo (empresas o inversionistas, no necesariamente los productores de petróleo) ya no tenían la necesidad o la capacidad para almacenarlo y por ende estaban dispuestos a pagar por deshacerse de los contratos y no tener que enfrentar el problema del almacenamiento de barriles de petróleo que no necesitaban.
Después de los eventos del lunes 20 de abril, los precios del petróleo se han recuperado y están por encima de 0; en particular, la mezcla mexicana cerró en 7.19 dólares por barril el miércoles 22. A pesar de la recuperación respecto al inicio de la semana, el precio del petróleo mexicano ha caído en más de 87% al comparar con el precio al cierre de 2019 (56.14).