AMLO llegó al poder con un gran bono democrático (53% de los votos) y la desaparición de toda oposición, pero en sus ya casi dos años en el poder su desgaste ha sido notable: la pérdida de 30% de popularidad, un gobierno claramente incompetente, el frenazo de la economía, los claroscuros de su ataque a la corrupción, y quizá lo más importante: que las estructuras de poder del viejo neoliberalismo y “la mafia del poder” siguen intocadas.
Esta “transformación” sin revolución (a diferencia de lo que opina Aguilar Camín), podría llevar a las mismas consecuencias desastrosas a las que siguieron a la caída del comunismo: un incontrolable desgobierno -exponenciado por El Gran Confinamiento y su pésimo manejo macroeconómico-; nuevos “ricos” en el poder, como consecuencia de la transición hacia el modelo neoliberal; millones de rusos muertos o en pobreza; incremento sustancial del alcoholismo; una democracia que no “echó raíces”, como se comprueba con el advenimiento del autócrata Putin; y una economía sostenida por la exportación de riquezas naturales -el petróleo en el caso de Rusia-. Nada de mejora de las clases pobres ni modelos económicos de un neoliberalismo con rostro humano.
AMLO ha recortado más el gasto social; ha manejado la macroeconomía como el más rampante de los neoliberales -Hayek se hubiera quedado chiquito- con un austericidio que será la causa de que al menos 20 millones pasen a formar parte del “ejército de reserva de criminalidad social”, mientras sobra efectivo por cerca de un billón de pesos (un 5% del PIB) para sus obras faraónicas, que solamente generarán aproximadamente 50,000 empleos mientras dure la construcción.
"Hay como un concurso de quién me insulta más" | #EnSegundos
Pero la derecha, mientras se vaya organizando para hacer un círculo de oposición (los gobernadores como el de Jalisco podrían ser sus barruntos), debe aprovechar las lecciones pasadas para poder convertirse en una auténtica alternativa nacional: gobernar desde una “economía social de mercado”, apoyándose en las comunidades rurales y los municipios como fuentes de creación de empleo y de reconstrucción del tejido social; la apuesta por las tecnologías apropiadas, para que las mipymes puedan ofrecer servicios a las clases pobres a través de la adquisición de bienes de producción baratos; reconstruir los programas sociales destruidos por López Obrador; en una palabra, incorporar a los 60 millones que el neoliberalismo “olvidó”.