¿Qué lecciones debemos aprender de la catástrofe del coronavirus buscando lo importante sin descuidar lo urgente? Que el modelo neoliberal ya se hizo trizas. Junto a sus virtudes, el capitalismo global nos dejó heredó múltiples “pandemias”: una terrible desigualdad; el desmantelamiento del Estado del Bienestar, que hubiera permitido enfrentar esta pandemia al contar con buenos sistemas públicos de salud; el consumismo y el hedonismo desenfrenados; el subjetivismo filosófico; el descuido del calentamiento global por la producción a ultranza.
Todo esto nos ha dejado sinnúmero de secuelas: violencia, aborto, materialismo, divorcio, contaminación, desempleo, crisis del pensamiento.
¿Cuáles son los remedios? Volver a poner al hombre y a la comunidad en el centro de la economía y de la política. El ser humano no es sólo individuo de una especie: es ante todo persona, un quién espiritual, no sólo un qué, con capaz infinita de crecimiento.
El fin del hombre se encuentra en la comunidad. La solución a esta pandemia vendrá de los tres agentes comunitarios que hacen posible el cambio social, de acuerdo a Leonardo Polo: la familia ética, pues el hombre es familiar antes que social; la empresa como comunidad humana, que no debe tener como su fin exclusivo la obtención de ganancias a cualquier costo y la universidad, que debe volver a sus raíces medievales para buscar la Verdad con mayúscula.
Junto a lo anterior debemos poner los ojos hacia una economía sostenible. Los seres humanos formamos un hogar común. Esto debe hacernos cambiar todos nuestros paradigmas éticos y económicos, como ha señalado el papa Francisco en su encíclica Laudato Si.
OPINIÓN: Nuevos modelos de trabajo e identidad de las empresas