Ahora mismo, en medio de una pandemia global (aunque va a la baja en algunas regiones, está todavía muy lejos de extinguirse) y un confinamiento en casa, este modelo tiene la oportunidad delante de cambiar la forma en que concebimos el trabajo hasta ahora. Pero primero debe cruzar una barrera importante: la generacional.
Existen sectores de la población no familiarizados con su concepto, principalmente los trabajadores más grandes y experimentados, quienes hasta antes de la pandemia todavía mostraban reticencia a incluir este modelo de trabajo en sus negocios. Hoy, frente a la “nueva normalidad” deben adaptarse para mantenerse vigentes, atraer el mejor talento y seguir operando de la mejor forma posible.
Los retos a mediano y largo plazo así lo exigen: la situación laboral de millones de personas se transformó por completo, y el talento de hoy en día busca una flexibilidad que les permita tener manejar mejor sus tiempos, entre lo profesional y lo personal. En una encuesta creada por Workana, se observó que el 31% de la fuerza laboral en Latinoamérica se siente atraída por la Gig Economy.
En Europa y Estados Unidos este modelo lleva más tiempo consolidándose, y los números así lo demuestran. Un informe de McKinsey señala que más de 150 millones de trabajadores en Europa Occidental y América del Norte han optado por volverse trabajadores independientes en la última década.
En América Latina hace falta dar ese giro a un esquema más flexible, sobre todo por parte de las empresas. Antes del inicio de la pandemia, sólo 2 de cada 10 empresas en México estaban listas para el teletrabajo, de acuerdo con la investigadora Érika Villavicencio, coordinadora de Psicología Organizacional en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
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La forma y tipos de trabajo con que cuenta la región también influyen en este bloqueo, pues no todo mundo tiene la posibilidad de operar remotamente. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Chicago, conducido por los economistas Jonathan I. Dingel y Brent Neiman, apenas el 22% de los trabajos en México pueden realizarse desde casa; en comparación, este porcentaje supera el 40% en países como Suecia y Reino Unido.