Esta realidad tiene también un efecto negativo en las empresas, ya que el 81% de los colaboradores admite que se preocupa e intenta resolver sus problemas financieros durante su horario laboral – un claro arrastre en la productividad. Además, esta falta de liquidez fomenta la rotación en las organizaciones, ya que los empleados cambian de empleo para obtener incrementos de salario de un par de miles de pesos. Esta rotación, que puede ser de hasta 100% en ciertas industrias, es cara para las empresas, ya que reemplazar un empleado de medio nivel puede costarles hasta $35,000.
En un país con alta desigualdad económica, limitada movilidad social, aunada a la crisis por la pandemia, hay un sentimiento constante de que el acentuado nivel de estrés está cerca de su punto de ebullición.
Las razones son obvias. En primer lugar, los salarios son bajos, con un promedio mensual de $11,000 según el IMSS, y uno de los salarios mínimos más bajos de la región. Segundo, el nivel de educación financiera también es bajo; de acuerdo con la CONDUSEF sólo el 30% de la población entiende conceptos financieros básicos y una mayoría no conoce, ni comprende las consecuencias, de las tasas y los plazos de sus préstamos. Además, no hay cultura de ahorro, sólo el 12% de los mexicanos tiene cuentas de ahorro.
Estas dos primeras razones, el bajo nivel salarial aunado con la falta de ahorro, enfatizan la fragilidad y el sentimiento de vulnerabilidad con el que viven muchas personas antes de que llegue el pago de su nómina. De acuerdo con el INEGI, el 75% de los mexicanos vive de nómina a nómina, sin tener ahorros, por lo que quincena tras quincena caminan en una cuerda floja y cualquier imprevisto, emergencia o simplemente un recibo más alto de los esperado, les genera gran preocupación.
OPINIÓN: Los pasos hacia la reactivación del negocio
La crisis económica que ha creado la pandemia, repuntando los niveles de desempleo y de cierres de negocios, ha incrementado el estrés financiero, y sólo hemos visto el comienzo de su impacto.
¿Cómo podemos mitigar esta ansiedad? El sector público puede impulsar iniciativas para el incremento de salarios, implementar gradualmente leyes de usura y ofrecer programas de horario flexible a los trabajadores. Además, tanto este sector como el privado deben promocionar programas de educación financiera, los cuales tendrán un mayor efecto si utilizan experiencias digitales personalizadas con contenidos atractivos, elementos de gamificación e incentivos de premios y certificaciones por su cumplimiento.