Al interior del PIB, las actividades secundarias (que comprenden la minería, la construcción y la industria manufacturera) registraron los mayores retrocesos, reflejando no sólo los efectos de las medidas de sana distancia implementadas para intentar contener la pandemia, sino la disminución en la producción manufacturera alrededor del mundo y caída en la demanda por bienes e insumos producidos en México.
Las caídas del sector – que aporta un tercio de la actividad económica del país -, fueron las más fuertes en la historia. Por su parte, el sector terciario también registró disminuciones históricas en su producción, mostrando el impacto de la crisis sobre actividades como los servicios de hospedaje, restaurantes y bares, así como el desempeño de las actividades de comercio y transporte; los servicios aportan más de 60% de la economía nacional.
La estimación oportuna del PIB coincide con las expectativas que distintas instituciones ya habían publicado respecto al impacto de la pandemia de COVID-19 en la actividad del país. Las distintas variables que componen al PIB ya daban indicios de la fuerte caída en el periodo; tanto el consumo como la inversión y las exportaciones, que impulsan el crecimiento del país, habían registrado disminuciones de dobles dígitos en abril, mayo y junio.
La caída de la economía en el segundo trimestre del año se ha reflejado en la pérdida histórica de empleos en la economía, así como en el nivel de ingresos de la población.
El papel de la movilidad en una economía detenida | #CómoReactivarMéxico