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Comportamiento empresarial, del juicio moral al incentivo

Aunque persiste la idea de que el fin de una empresa es generar ganancias, se reconoce la importancia de cuidar el entorno social donde operan, opina Eduardo López Ponce.
mié 19 agosto 2020 01:00 AM

(Expansión) – La discusión sobre el comportamiento de las empresas y sus dueños tiene siglos. Son comunes los cuestionamientos sobre la moralidad de las actividades empresariales: si deben dejar de vender tal o cual producto, que no está bien que despidan empleados, que los negocios no deben de buscar ganancias excesivas, etcétera.

Sin duda, las empresas deben actuar con responsabilidad social; sin embargo, para emitir una opinión sobre el comportamiento deseable de estas unidades económicas, es importante el entendimiento de sus incentivos y dejar de lado los juicios de índole moral.

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Dentro de la economía, el concepto de los incentivos es bastante familiar, básicamente los entendemos como las razones que nos llevan a hacer o a dejar de hacer algo. En el caso de las empresas no es ningún secreto que su razón de ser y principal incentivo es la búsqueda de ganancias, aunque esto no quiere decir que el afán de lucro debe ser su único motor, la actividad empresarial también debe ser socialmente responsable.

Durante la edad media hubo ejemplos de debates al interior de la iglesia sobre la moralidad de las actividades lucrativas, al ser la institución dominante en el pensamiento de aquellos días. Actualmente, se ha desarrollado todo un cuerpo de ideas, que se engloban dentro de la materia de las finanzas corporativas, en donde recientemente ha ganado terreno el tema de la implementación de los criterios de índole Ambiental, Social y de Gobernanza (ESG por sus siglas en inglés).

Aunque persiste la idea de que el fin de una empresa es generar ganancias, se reconoce la importancia de cuidar el entorno social donde operan.

Buscar imponer un juicio sobre lo que es bueno o malo, en lugar de considerar incentivos, se refleja claramente en el tema reciente sobre la comida chatarra. Por un lado, se dice que las empresas no deben de vender estos alimentos, ya que su consumo es nocivo para la salud y, por ende, tiene un impacto social negativo y se debe prohibir. Desde otro punto de vista, podemos empezar preguntándonos ¿por qué los venden? ¿Acaso no son los consumidores quienes los demandan?

Entonces, podríamos buscar fortalecer entre la población hábitos más saludables, de modo que los consumidores migraran hacia alimentos más sanos. Sin duda que las empresas, por su propio afán de lucro, buscarían proveer esos alimentos.

Vayamos a otro ejemplo, la industria energética, particularmente la que genera energía con base en combustibles fósiles. Todos sabemos que son altamente contaminantes y que hay fuentes de energía más limpias, pero nadie propondría cortar de tajo su uso, debido a que tenemos una estructura económica que depende en buena medida de estos combustibles, por lo que en general los expertos hablan de una transición gradual hacia energías limpias, lo que daría tiempo a las empresas de modificar su modelo de negocio al tiempo que el consumidor se adapta a nuevos productos, como vehículos eléctricos, por ejemplo.

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El comercio electrónico se integra de distintos canales digitales

La pandemia de COVID-19 también nos da ejemplos de cómo se comportan las empresas. A raíz del confinamiento, los bancos han visto un crecimiento importante en las transacciones digitales mientras que estos meses el e-commerce llegó niveles que antes se esperaban alcanzar en varios años.

Lo anterior ha llevado a estos negocios a invertir en la tecnología e infraestructura necesarias para llegar al consumidor a través de nuevos canales, nadie los obligó, su propio instinto de supervivencia y de búsqueda de rentabilidad los lleva a hacerlo.

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En conclusión, la lógica de los incentivos, tanto de los consumidores como de las empresas, suele imponerse sobre los criterios simplistas de decir lo que se debe hacer. Las medidas que buscan prohibir algo solo con base en lo que creemos bueno o malo, pueden partir de una buena intención, aunque sus resultados podrían no ser los deseados.

Nota del editor: Eduardo López Ponce es Analista Bursátil en Grupo Financiero Ve por Más, es economista de profesión, con más de cinco años dedicados al análisis bursátil. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn .

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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