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Era de cambio: hacia un nuevo emprendimiento

Necesitamos de mujeres y hombres que estén dispuestos a invertir en un cambio social, más allá de las meras utilidades, opina Guillermo Fournier.
mar 11 agosto 2020 07:00 AM

(Expansión) – El exsecretario general de la ONU, Ban Ki-moon afirmó hace unos años: “somos la primera generación capaz de acabar con la pobreza, y la última que puede poner fin a los impactos adversos del cambio climático”. Claramente, la cita ilustra la gran paradoja del mundo contemporáneo: mientras que disponemos de herramientas tecnológicas cuyo potencial de desarrollo es infinito, enfrentamos una crisis medioambiental de proporciones mayúsculas con graves implicaciones sociales y económicas que se vislumbran a mediano plazo.

¿Seremos capaces de superar como humanidad los retos propios del siglo XXI?, ¿habrá un medio para maximizar los beneficios del progreso científico al tiempo que consigamos minimizar el deterioro acelerado del entorno ecológico? Si bien se dice que el optimista corre el riesgo de caer en desilusiones, considero que es posible imaginar escenarios alentadores, en la medida en que comienzan a gestarse paradigmas novedosos que buscan poner sobre la mesa soluciones transversales para atender problemáticas complejas.

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En este sentido, el emprendimiento cobra particular relevancia como la pieza clave para transformar la realidad a través de ideas y acciones. Sin embargo, para abordar este concepto, lo primero por hacer es justamente definirlo, pues se trata de un término tan comentado en tiempos recientes que, de pronto, se vuelve un tanto difuso y difícil de aterrizar en el imaginario colectivo.

En palabras simples, emprende quien inicia un proyecto novedoso; crear es emprender y existen muchos modos de hacerlo. La innovación incremental se da a través de procesos de acumulación en conocimientos y sofisticación, como ocurre, por ejemplo, con la tecnología de los teléfonos celulares año con año.

Por otro lado, la innovación disruptiva se presenta cuando se rompe con esquemas y se abre camino hacia nuevas formas de optimizar recursos para llegar a obtener determinados resultados. Ahí tenemos a SpaceX de Elon Musk como muestra de que incluso lo inimaginable se puede lograr al expandir la mente y poner manos a la obra.

A fin de cuentas, el auténtico emprendedor es una persona con liderazgo que, además, destaca por su perseverancia; muchas veces las ideas brillantes toman tiempo para perfeccionarse y ser viables en su implementación. Quien cuenta con el talento especial para tomar las buenas ideas, y convertirlas en negocios rentables, es digno de ser llamado emprendedor. Empero, la época de cambios actual nos trae desafíos sin precedentes, que obligan a repensar la noción del emprendimiento.

El fenómeno de la globalización, el auge de la era digital, la volatilidad de los mercados y el desastre ambiental, son variables brutales en constante movimiento; vivimos en un mundo sumamente dinámico. Dentro de este contexto, el emprendedor visionario será capaz de reinventarse. Así, el líder se hace, pero también se rehace con base en las experiencias y circunstancias, aunque siempre conservando su esencia. Aprender, adaptarse e influir: de ello depende, en buena medida, el éxito en un entorno caótico.

Debemos transitar hacia un nuevo emprendimiento más humanitario, más solidario y con mayor conciencia. Necesitamos de mujeres y hombres que estén dispuestos a invertir en un cambio social, más allá de las meras utilidades; el emprendedor busca con entusiasmo darles sentido a sus proyectos, para así otorgarles un valor agregado.

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Ese es el propósito: la motivación es el motor del progreso, porque nada es tan poderoso como la suma de voluntades encausadas en un mismo objetivo. Por eso quien emprende es líder; porque inspira a los demás (ya sea su equipo de trabajo o seguidores) a dar lo mejor de sí con base en sus talentos y habilidades.

Por supuesto que se puede tener un negocio rentable y que al mismo tiempo contribuya a mejorar el entorno. Más aún, la empresa del futuro será socialmente responsable o no será. El emprendimiento del siglo XXI decididamente buscará lograr un retorno de impacto económico, un retorno de impacto social y un retorno de impacto ambiental, a modo de sinergia.

OPINIÓN: La nueva realidad no sigue fórmulas para el éxito, solo escenarios

Es previsible que las buenas prácticas empresariales más demandadas en el futuro inmediato sean la transparencia, el respeto a los derechos laborales, el compromiso social y la sostenibilidad.

Con certeza, cada vez surgirán más empresas sociales que trabajen por crear soluciones para favorecer a los grupos poblacionales más vulnerables, generando un efecto multiplicador. Pronto superaremos el falso dilema entre rentabilidad y contribución social. Las eras de cambio deben ser coyunturas de oportunidad para avanzar. Un nuevo emprendimiento nos permitirá pensar con optimismo en un mejor futuro.

Nota del editor: José Guillermo Fournier Ramos es docente en la Universidad Anáhuac Mayab. Vicepresidente de Masters A.C., asociación civil promotora de la comunicación efectiva y el liderazgo social. También es asesor en comunicación e imagen, analista y doctorando en Gobierno. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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