La resiliencia posterior a los desastres es la capacidad de adaptarse, cambiar e incluso crecer, que no se produce por casualidad. Las organizaciones resilientes demostraron responsabilidad y solidaridad con sus empleados y con la comunidad y recibieron el apoyo de fuertes redes internas y multisectoriales. El resultado fue la supervivencia a pesar de la naturaleza crítica de la emergencia.
Esta resiliencia organizacional se constituye en tres etapas: previsión, afrontamiento y adaptación (Duchek, 2020). Dentro de estas etapas están las claves que encontramos en las empresas resilientes que lograron trascender la crisis del terremoto de 2017:
Previsión
- Prevención. La resiliencia comienza con la generación de conciencia de los riesgos potenciales para la organización, respaldada por los datos recopilados a través de evaluaciones de riesgos y experiencia que en muchas ocasiones se documentan en protocolos de actuación.
Las organizaciones resilientes los implementan para proteger a clientes y empleados, los esfuerzos de continuidad del negocio, las provisiones financieras, los recursos humanos, la tecnología y la infraestructura para garantizar que puedan responder bien a eventos de alto impacto y baja probabilidad.
La prevención también se relaciona con las políticas que dentro de las organizaciones se establecen para el cuidado de la salud y la integridad de las personas, incluyendo la previsión social, el acceso a los seguros y los beneficios que favorecen el bienestar físico, mental y emocional.