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El reloj de arena

Enfocarse en una popularidad efímera no detendrá el ritmo del reloj. Toma mucho tiempo construir la confianza, pero se pierde muy rápido, opina Antonio Michel.
mar 22 septiembre 2020 07:00 PM

(Expansión) – La confianza ciudadana emula a un reloj de arena, ya que se deposita en una cápsula al elegir al partido gobernante y conforme éste no cumple con sus expectativas, lentamente se transfiere hacia el otro polo ideológico, con la esperanza de que el cambio político mejore lo que el antecesor no pudo cumplir. Las tendencias políticas internacionales suelen alternar cíclicamente en la mayoría de las democracias.

Cuando el partido en el poder decepciona a la ciudadanía, eventualmente eligen a una persona de otra ideología, con la esperanza de ver un cambio significativo. Por ejemplo, el sistema bipartidista de Estados Unidos no suele esperar más de dos períodos para alternar de partido al mando.

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¿México es la excepción? Durante 7 décadas, el dominio unipartidista moldeó al reloj de arena con una cápsula muy amplia y un conector muy angosto. La ciudadanía asimilaba los cambios políticos con cierta resignación; ya se sabía que el mismo partido permanecería en el poder. En parte, porque las cosas funcionaban en automático; se atravesaron años de bonanza y un sistema poco democrático. Eventualmente, las instituciones se fortalecieron, ampliaron el conductor y el respaldo ciudadano se transfirió al Partido Acción Nacional.

El cambio fue contundente, esperanzador y convincente. Sin embargo, 12 años, dos gestiones presidenciales después, la arena se deslizó de nuevo hacia la otra cápsula, al no ver los cambios prometidos: la pobreza creció; la violencia se desbordó; la corrupción no se había resuelto del todo; y muchas voces no encontraron eco.

El retorno al PRI arrancó con brillo: hasta medios internacionales lo reconocieron como la salvación de México. No obstante, las mismas redes sociales que le dieron esa victoria, se convirtieron en palas que aceleraron la caída de la confianza ciudadana. La oposición capitalizó cada oportunidad de señalar las fallas y el incumplimiento en temas sensibles para la población en general (pobreza, inseguridad y corrupción).

Al momento de las elecciones, la transición hacia un nuevo modelo prometía aliviar todas esas heridas del tejido social; uno al que no se le había depositado esa esperanza.

El reloj de arena giró por completo. El triunfo de Morena de 2018 fue avasallador, no sólo en el Ejecutivo federal, sino en otros poderes y órdenes de gobierno. Una parte significativa de la población encontró eco en sus peticiones, alguien que respondía a sus reclamos, quejas y preocupaciones. En junio de 2021 se avecina otro momento decisivo tres años después de ese punto de quiebre. ¿Cómo se encuentra el reloj?

Durante los primeros dos años de su gestión, el presidente Andrés Manuel López Obrador y su partido se han dedicado a exprimir al máximo el mensaje que les dio el triunfo: culpar a sus antecesores neoliberales por el desorden que entregaron. Funcionó al inicio. La gente colocó su esperanza en ellos. Coincidían en el diagnóstico y anhelaban un cambio.

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"Nunca un presidente había sido tan atacado como ahora", según AMLO

Efectivamente, la situación actual es distinta que la que heredaron en 2018. La economía ha decrecido constantemente (-2.2% en marzo, antes de la pandemia); una política de austeridad suicida que ha encogido innecesariamente a la administración pública federal; la pérdida de empleos que se exacerbó por COVID-19; una riña constante con el sector empresarial; contracción de la inversión extranjera y privada; los récords del día, el mes y el año más violentos que se hayan registrado en la historia; 480 masacres (3 o más víctimas) en lo que va de este año; un subejercicio del gasto público que detiene muchos proyectos de infraestructura; el 78% de contratos públicos hechos por asignación directa o invitación restringida; la liberación del hijo de El Chapo Guzmán y la relación cordial con su familia.

Cabe destacar lo positivo también, como la firma del T-MEC (que se gestó desde 2017), la asistencia otorgada por medio de programas sociales y el discurso constante de cercanía con el pueblo, entre otros. No obstante, estos paliativos tal vez no sean suficientes para sostener la arena en la cápsula de Morena si los demás temas quedan irresueltos.

La aprobación del presidente permanece alta, sin importar lo que los medios y los grupos empresariales aleguen. Se espera que Morena arrase en muchas de las elecciones del próximo año. No obstante, el reloj es cada vez más pequeño y el paso de la arena puede suceder más rápido. No bastará anunciar logros en materia económica o celebrar triunfos contra la corrupción si no se pueden sustentar.

¿De qué sirven las declaraciones de Emilio Lozoya y todo el proceso de la Fiscalía General de la República si al poco tiempo reviran con evidencia de actos de corrupción en torno a la campaña presidencial de AMLO? La ausencia de una respuesta congruente a esos videos y el trato a Emilio Lozoya hace parecer como si la estrategia contra la corrupción se limitara a fines electorales.

¿De qué sirve hacer una rifa simbólica del avión presidencial cuando al sector salud le faltan recursos y le cuestan vidas para afrontar la crisis? Los ataques mediáticos entretienen, distraen y colocan parches temporales, los cuales eventualmente caen, sin necesariamente curar la herida. La permanencia depende de los efectos en el mediano y el largo plazo, no de lo inmediato.

OPINIÓN: Los costos del populismo fiscal

Los antecesores padecieron de una miopía que les impedía anticipar la caída. Enfocarse en una popularidad efímera no detendrá el ritmo del reloj. Toma mucho tiempo construir la confianza, pero se pierde muy rápido. Después de tres elecciones presidenciales, la esperanza ciudadana se vertió en la cápsula de Morena.

La falta de cohesión al interior del partido coincide con la incongruencia que presentan al exterior. Conforme las condiciones no mejoran y los remedios de los gobernantes no atienden las necesidades, el conector se ensancha. El tiempo es el mismo, sólo se acelera el cambio. Basta un movimiento para reiniciar el reloj y que la gravedad de las circunstancias decante cada grano de esa arena.

Nota del editor: Antonio Michel estudió Relaciones Internacionales en el ITAM, donde es profesor, y tiene una Maestría en Administración Pública por la Universidad de Maxwell. Trabajó casi 7 años en la Administración Pública Federal, en las secretarías de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social, Energía y Gobernación. Su pasión son los asuntos internacionales, los asuntos políticos y la administración pública. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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