“El problema es grande. Se piensa que millones de personas podrían entrar a la pobreza”, afirma Diego Vázquez, gerente de Investigación de Oxfam México. “Habrá muchas personas que perderán lo poco que habían acumulado y perderán su riqueza. Con este efecto, la clase media se empobrecerá”.
Definir las fronteras de la clase media sigue siendo tema de análisis para los economistas. No hay un criterio único que permita definir quién es de la clase media. El ingreso no es suficiente pues hay organismos que sostienen que también hay que considerar si se tiene una vida digna o no, así como revisar otros indicadores que permitan ubicar los grados de vulnerabilidad de la población en estudio.
Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, una persona de la clase media es aquella que no es pobre ni vulnerable, que no tiene carencias que le impidan acceder a las canastas alimentarias y no alimentarias. Pero los últimos datos disponibles son de 2018 (cuando ni en las peores historias de terror se hablaba de una pandemia) y apenas 23% de la población no era pobre ni vulnerable y en esa categoría se ubicaban los de la clase media y los muy ricos.
Ahora, muchos miembros de la clase media ya no cuentan con los ingresos y ya se saben vulnerables. El colapso de la economía ha sido muy desigual y lo que ahora se está proyectando es que no habrá una pronta recuperación del ingreso y con ello hay quienes han decidido, por ejemplo, mudarse a casas más pequeñas, sacar a los hijos del colegio privado, dejar de pagar seguros, vender sus pocos activos.
La pobreza se recrudecerá, pero la desigualdad se ampliará ante la caída de los ingresos de la clase media y lo más preocupante es la velocidad en la que está ocurriendo. Acto seguido, la malicia anima a preguntarse cuándo empezarán los estallidos sociales. Pero antes de eso es mejor determinar la capacidad que existe para reactivar la economía lo más pronto posible y cómo hacer para que la recuperación en forma de palomita sea lo más asimétrica posible.
Pero, malas noticias, no hay elementos para pensar que eso puede ocurrir. Con todo y que la narrativa oficial diga que ya empezó a recuperarse el empleo, lo cierto es que no hay políticas que lo garanticen. Los programas sociales están dirigidos a la base más vulnerable, pero el número de personas en condiciones vulnerables se está desbordando, sin ninguna medida que lo evite. “Si se quiere evitar que los pobres no sufran más el choque tendrían que recibir mayores transferencias de dinero, pero también quienes estaban por arriba de la pobreza podrían estar cayendo en ella”, sostiene Roberto Vélez, director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.