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La amarga temporada para salarios y compensaciones continuará

Sin empleos no hay forma de generar un círculo virtuoso entre oferta y demanda; y el gobierno tampoco tiene acceso a más ingresos por concepto de impuestos, señala Jonathán Torres.
lun 28 septiembre 2020 07:05 PM

(Expansión) – En las áreas de Recursos Humanos (RH) no hay paz. Lo que domina es la agitación. Y, conforme avancen las semanas, nuevos síntomas dominarán ante la crudeza económica. La rudeza, la frialdad, todas aquellas emociones que acompañan a las malas noticias. Los avisos ya pueden considerarse hechos consumados: los salarios y las compensaciones seguirán castigados, hasta nuevo aviso.

De aquí al cierre del año seguirán vigentes las negociaciones entre empresas y trabajadores que orillaron a considerar reducciones salariales y, quienes después de varios meses no han sufrido de este impacto, corren el riesgo de ser sujetos a tal disposición. Y no se espera que las condiciones mejoren para 2021. Podría ser peor.

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La espiral será así: quienes han visto reducidos sus salarios de un 30 a un 60%, no recuperarán la cantidad restante este año; aquellos que fueron despedidos por la paralización económica, podrían ser recontratados pero con un salario más bajo; mientras que buena parte de quienes están desempleados lo seguirán siendo y así la cifra de desempleo podría seguir incrementando.

Las perspectivas de expertos en personal son pesimistas “Será difícil cambiar el discurso en 2021. Será igual o peor”, dice Rogelio Salcedo, líder del área de Career de Mercer. “Las empresas han estado aguantando y tomarán decisiones puntuales y drásticas. La mayor parte reducirá su headcount y exigirá mantener la optimización”.

Quienes forman parte de las áreas de RH bien podrían escribir un libro en torno de los dramáticos episodios que han tenido que sortear. Pero la instrucción es mantener al mínimo el capital de trabajo. Con ello, habrá muchas estrategias: eliminar los bonos y, si acaso, se le otorgará a quien esté dando el 200% y la empresa tema que un competidor se lo pueda arrebatar; apostarle más al ingreso variable y menos al fijo; ofrecer plan de acciones y así incentivar la lealtad. Pero eso solo ocurrirá en aquellas empresas que tienen buenos financieros. En el resto, cuidado.

El aguinaldo no tendría por qué estar en riesgo ya que financieramente debía estar considerado en las previsiones. Pero todo puede pasar y, más, cuando se trata de negociaciones individuales. En las pymes es posible que algunos patrones busquen la manera de cubrirlo en pagos. El aguinaldo es una espada muy filosa, por lo que buena parte de las empresas no querrán arriesgarse con el impago, pero en tiempos de emergencia nada está garantizado.

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Para 2021, además, los incrementos serán iguales o menores que la inflación y donde sí habrá mucha tensión será en el PTU, en el reparto de las utilidades; habrá empresas que ni siquiera lo pondrán a consideración y otras que se negarán a dar el 10% que se determina como porcentaje de PTU.

Las consecuencias de todo esto son múltiples. El descontento en los equipos y sus familias por el cambio en el estilo de vida. El crecimiento de la informalidad y el frenón en la economía formal. La dificultad para medir el verdadero estado que guardan la competitividad y la productividad. La productividad pudo subir pues se percibe un ímpetu por sacar adelante a la empresa, pero es difícil integrarla por ejemplo en el P&L (estado de resultados) cuando no hay ventas.

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Por otro lado, en servicios de bajo valor agregado es muy posible que se haya dado un cambio radical en el mercado, a diferencia de aquellos con alto valor agregado.

La temporada negra de los salarios y las compensaciones continuará debido a las dificultades financieras que tienen las empresas y al nulo apoyo que han recibido. Sin empleos no hay forma de generar un círculo virtuoso entre la oferta y la demanda. También, sin empleos el gobierno tampoco tiene acceso a más ingresos por concepto de impuestos.

Así, el talento humano hoy la está pasando muy mal, al igual que las empresas, pero esto al final impacta a todas las estructuras de la economía.

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Una nueva era empieza a tomar forma en el ecosistema laboral. Podría decirse que es el efecto secundario al confinamiento. La era del bornout. Hoy pensamos que la productividad pudo dispararse, pero con el tiempo quedará al descubierto el agotamiento del talento humano.

Así, no habría que descartar un decrecimiento en la productividad y, en contraste, un incremento en el ausentismo y en las enfermedades mentales. Es muy posible que lo que hoy más se venda en las farmacias sean los antidepresivos, lo que obligaría a las áreas de RH a pensar en la estrategia para contrarrestar las secuelas del gran encierro.

Nota del editor: Jonathán Torres es periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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