Apenas reculó y concedió a Diputados que dicha propuesta se retirara del dictamen para envío al Senado. Como es casi seguro, el consumo de gasolinas seguirá por mucho más tiempo a la baja y seguramente la medida pretendía aportar recursos para los proyectos predilectos del presidente, aún en tiempos de pandemia. Eso ya no se tendrá.
En la pandemia se consume menos gasolina pero más bebidas alcohólicas, pues se han convertido un refugio para muchos ante el encierro de meses. El consumo de alcohol en México es de los más bajos del mundo, pero el país está dentro de los primeros lugares en cuanto a muertes derivadas del mismo.
Los mexicanos, y cada vez más mexicanas, beben explosivamente, a diferencia de muchos países donde el consumo es más pausado. El consumo ha ido al alza en los últimos años y es posible que siga así, acelerado incluso por la pandemia. Esto es un grave riesgo adicional para la población en México, especialmente para las niñas y los niños, las y los jóvenes, y desde luego los adultos.
Es realmente trágico que existan casos de intoxicación aguda, enfermedad de hígado y cirrosis en niñas y niños desde menos de un año de edad y en algunos estados las muertes causadas por estos padecimientos tengan tasas muy altas, especialmente en los estados del sureste, como Veracruz, Puebla, Oaxaca y Chiapas. Puede que el total nacional se acerque a casi 100,000 durante el presente año.
Mientras tanto, desde hace varios años la producción y las ventas de bebidas alcohólicas ha seguido al alza. Esto contrasta con la recaudación de impuestos. La recaudación está estancada y descansa casi un 85% en los hogares y población más rica.
En este sentido, es altamente progresiva, pero en un sentido perverso. Los pobres pagan menos impuestos y consumen alcoholes baratos y de mala calidad, es prácticamente una prestación social para la muerte. El precio de un litro de alcohol compite -y puede ser más bajo en algunos lugares- que el de un litro de agua embotellada.
En algunos estados, especialmente en los que se han mencionado, un litro de vodka, aguardiente puede costar apenas dos dólares estadounidenses, un litro de mezcal o licor de caña uno. Increíblemente, las tasas de impuestos aplicables prácticamente no han variado en 40 años. Con ello, los más pobres de México siguen teniendo acceso a uno de los alcoholes más baratos en el mundo.