Él es, por mucho, ejemplo de entereza, de que se puede salir adelante, pues a sus 18 años un accidente lo paralizó y lo puso en silla de ruedas, pero nunca detuvo sus ideales y, con el 54% de los votos en el distrito electoral de Carolina del Norte, llevará la voz de millones de personas y de todos los jóvenes norteamericanos hasta la Cámara de Representantes.
Por otra parte, tras esta contienda, 132 mujeres, - representantes y senadoras- tienen asegurados ya sus puestos en el Congreso; eso significa que suman un histórico 25% de los integrantes, contribuyendo considerablemente a que la diversidad y la multiplicación de voces se consolide cada vez más, y eso es verdaderamente aplaudible.
En mi particular opinión, aunque es maravilloso que creció substantivamente, todavía es un número menor de lo que debería de ser, ya que la mitad de la población de Estados Unidos son mujeres. Debemos hacer más para que un número mayor de mujeres nos representen en el Congreso.
Además, de ellas, un total de 48 mujeres no son blancas, y al menos una decena son latinas. De hecho, de entre este grupo sobresaldrá, de seguro, la ardua labor de la republicana María Elvira Salazar, luchadora incansable en contra de los regímenes totalitarios y, específicamente, en favor de la libertad de Cuba, el territorio desde donde provienen sus raíces.
Todo esto, aunado a la gran participación de votantes latinos que, ahora sí votaron y en un mayor porcentaje que candidatos republicanos anteriores, salieron por Donald Trump en esta jornada reciente, puede hacernos pensar que estamos frente a una nueva era donde los latinos están alzando la voz en la política estadounidense.