La actividad industrial a partir de abril de 2020 ha sido relevante con el fin de monitorear el impacto de la crisis por el COVID-19: en ese mes, el indicador registró una caída mensual de 26.2%, seguida por una lectura negativa de 0.8% en mayo y para junio una expansión de 18.4% que continuó en julio y agosto con incrementos de 7% y 3.3%, respectivamente.
Este rebote coincidió con el retorno paulatino de la actividad económica, cuya lectura en junio permitía pensar en una recuperación acelerada. Sin embargo, los datos de agosto y septiembre muestran un proceso de ralentización, con niveles similares a los observados en febrero de 2010.
Por componentes, la caída anual más pronunciada se presentó en la construcción, con (-)17.2%, seguida por la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final con (-)7.3%, industrias manufactureras con (-)5.% y minería, con una baja de (-)3% a comparación de 2019.
En cuanto a los datos mensuales desestacionalizados, que se mantuvieron sin cambios en términos totales, los sectores con lecturas negativas fueron la construcción (-)5.6% y la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica (-)3.1%, mientras que los sectores tuvieron crecimientos fueron la industria manufactura 2.4% y la minería 0.2%.
La asimetría de las dinámicas de recuperación a nivel sector y subsector del indicador de actividad industrial evidencia la necesidad de un paquete de medidas diferenciado, que otorgue un nuevo impulso a las actividades secundarias en los próximos meses.