Durante los últimos años se han dado importantes avances en cuanto a la adopción digital en México: ya alcanzamos más de 82 millones de internautas, que, en su mayoría, se conectan a internet a través de un teléfono inteligente. Además, este año, las empresas han avanzado significativamente en su transformación digital.
De acuerdo a KPMG, el 69% de los CEO en México ha visto acelerar los programas de transformación de su empresa durante el periodo de confinamiento. El 50% de ellos considera invertir más capital para adquirir tecnología que para otras necesidades de sus organizaciones.
Hemos dado algunos de los pasos más importantes en el camino hacia la digitalización, pero aún nos queda rumbo por andar. Enfrentamos retos en cuanto al acceso y adopción de instrumentos financieros y herramientas tecnológicas: actualmente, solo el 48% de los hombres y el 46% de las mujeres tienen una cuenta bancaria.
Entre las localidades más pequeñas de México (15,000 personas o menos), sólo 4.8 millones de hombres y 6 millones de mujeres tienen una y solo el 33% de los hombres y el 29% de las mujeres en el país tienen crédito. Del otro lado de la moneda tenemos a la población que utiliza dinero en efectivo para llevar a cabo sus compras: 78% de la población para compras mayores a 500 pesos.
Por otro lado, todavía hay un 35.8% de pymes que no venden en línea y el acceso al internet es mucho más prevalente en las regiones de mayor desarrollo económico dentro de México. Estos números reflejan que no podemos bajar la guardia, pues aún hace falta integrar a muchas personas a la economía digital.
¿Qué debemos hacer ahora?
Para que las tendencias de adopción de tecnologías sigan aumentando y siendo positivas, el ecosistema digital debe de reflejar la realidad en la que estos cambios están teniendo lugar. Hay tres ejes claves en los que debemos concentrarnos los próximos años para asegurarnos de que la economía digital que estamos construyendo hoy sea inclusiva e integre a la mayor cantidad de personas posible, mañana:
Acceso: Continuar trabajando para que todas las poblaciones y comunidades tengan a su disposición la infraestructura financiera y tecnológica necesaria para poder participar en la economía digital debe ser el primer paso.