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Desaprender para transformar nuestra realidad

El desaprendizaje organizacional depende de una decisión y un compromiso del liderazgo, y es posible que muchos logren este punto, pero pocos logran la coherencia, opina Gabriel Figueroa.
jue 17 diciembre 2020 12:02 AM

(Expansión) – Disrupción, cambio, transición, transformación y bienestar. Este último año hay conceptos y palabras que han adquirido una nueva dimensión. Podríamos hablar de avances significativos, pero en realidad, todavía estamos llenos de ironías. ¿La clave fundamental? Desaprender para transformar.

Analicemos tres ejemplos:

Cultura organizacional

Ha sido un año de fuertes adaptaciones al modelo de trabajo tradicional. Tecnológicamente hemos dado un salto de 10 años en menos de un año. Hoy hablamos de bots, inteligencia artificial y un sinfín de herramientas que permiten una comunicación y un flujo de trabajo más ágil en el contexto actual.

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Aun así, las ironías y las incoherencias siguen presentes. En un año en el que el estrés, los síntomas de burn-out y la ansiedad han subido a niveles estratosféricos, no somos capaces de generar las condiciones adecuadas para que nuestros equipos puedan generar el mayor valor posible. Quizá puedas implementar el software más avanzado que ciertamente ayudará. ¿Pero eres capaz de lograr un compromiso absoluto con el propósito y dirección de tu empresa? Hay excelentes ejemplos y culturas, pero las respuestas varían enormemente.

Una de las cosas que hay que desaprender principalmente en este punto es el cambiar el mindset de la gestión del tiempo y productividad, para complementarlo con la gestión de energía y bienestar. El bienestar genera más productividad, así de sencillo.

Disrupciones

“La única constante es el cambio”, pero aun así muchas veces nos aferramos al statu-quo, con las respectivas pérdidas de oportunidades que esto puede significar. Lo que no vemos es que desaprender ese comportamiento nos trae grandes beneficios, en especial cuando tomamos la decisión en el momento adecuado.

Los últimos meses han sido meses de disrupción exponencial, que se han sentido en las organizaciones y a nivel personal como estrés y ansiedad disruptiva. Sentimos que todo es volátil y lleno de incertidumbre, hay poca claridad de hacia dónde. Y todo ello causa un malestar organizacional y personal.

Y, sin embargo, hay quienes han logrado convertir ese estrés disruptivo en una oportunidad disruptiva. Hablamos, por ejemplo, de nuevos modelos de negocio, de aprender aceleradamente para tener una ventaja competitiva, de adaptarse ágilmente a los cambios y de tener mayor resiliencia.

La clave está en su mayoría en la actitud, el timing, la estrategia, y sobre todo, en no ir con la inercia de la situación. Ir con la inercia sería el peor error. Durante una crisis, hay oportunidades para re-definir la percepción del cliente, crear nuevos productos y servicios, simplemente generar nuevas oportunidades.

Una excelente opción es definir un activador interno para que en el momento que sintamos el estrés o la ansiedad disruptiva, sea a nivel personal u organizacional, sepamos que es momento de capacitarnos, de cambiar, de tomar decisiones y finalmente de buscar esas oportunidades disruptivas.

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Transformaciones digitales

En cuestión de digitalización y transformaciones, hemos comprimido también una década de aprendizaje y adaptaciones en menos de un año. Pero a pesar de todo ello, según estudios de la consultora McKinsey, alrededor de solo un 30% de las transformaciones digitales son exitosas. Y en la mayoría de las ocasiones, el fracaso se puede ligar a un tema de liderazgo y/o cultura.

¿Cuándo aprenderemos que una transformación digital es principalmente un tema cultural? Hemos sido buenos creando y levantando centros o espacios digitales o de intraemprendimiento dentro de nuestras organizaciones, pero hemos carecido de las capacidades para permear esa cultura en toda la organización y, por el contrario, en algunos casos, hemos creado sub-culturas e incoherencia organizacional.

El desaprendizaje organizacional, finalmente, depende de una decisión y un compromiso del liderazgo. Y es posible que muchos logren este punto, pero pocos logran la coherencia necesaria en el camino. ¿Se traduce realmente esa visión en hábitos, comportamientos, creencias, rutinas y tradiciones diarias?

El mensaje es claro: desaprendamos para transformar. Pasemos del estrés disruptivo a una oportunidad disruptiva, de una transformación digital a una transformación cultural que se refleje en coherencia diaria. Pasemos de gestionar solamente el tiempo o la productividad a complementarlo con la gestión del bienestar y de la energía de nuestros equipos.

Adicional al desaprendizaje necesario en cualquier área o industria, la coherencia es otro gran fundamento. Podemos tener cualquier visión, pero el verdadero esfuerzo se demuestra en la coherencia diaria de la interiorización de esa visión en hábitos, tradiciones, comportamientos, creencias y rutinas diarias.

Nota del editor: Gabriel Figueroa es Socio Director de adbanz – People & Performance | Alumni Accenture Alemania | Consultor y Coach Ejecutivo en >15x países & 4x continentes | Experto en Mindset Organizacional, Alto Desempeño y Bienestar. Síguelo en LinkedIn . Las ideas y opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor y no necesariamente representan las ideas y opiniones de adbanz – People & Performance.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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