Por su enorme capacidad inmersiva, sofisticación psicológica y estrategias de manipulación para retener a sus usuarios, los videojuegos representan, para cientos de millones de personas, universos paralelos “ideales”. Dentro de un juego puedo conocer y crear cultura, conocer a mi pareja, asistir a una boda, crear un avatar detallado que supere todas mis fallas y construir el lugar donde quiero estar o vivir con total seguridad y libertad. ¿Qué interés tendría entonces por vivir en el complicado mundo real?
Fortnite-Creative, SuperMario, Core o Dreams basan sus adictivos modelos de uso y retención ofreciendo la capacidad de crear y compartir mundos y juegos con amigos en línea. Es increíble ver lo que han logrado juegos como Minecraft, con 132 millones de usuarios al mes, o Roblox, con 150 millones. Otras plataformas multijugador han amasado ingresos notables, como FIFA (USD $786 millones), Call of Duty (USD $645M), Grand Theft Auto (USD $595M), 2K15 de la NBA ($370M), Honors of Kings ($1,600M), PUBG ($1,300M), CandyCrush ($1,500M), y Pokemon Go ($1,400M).
Todas las grandes empresas de tecnología participan de alguna forma. Microsoft, Sony, Tencent, Amazon, Apple y Google, por mencionar las BigTechs más grandes, hacen inversiones multimillonarias en consolas, aplicaciones, nuevos formatos de video y modelos alternativos de pago y suscripción, así como en herramientas de realidad virtual o mundos paralelos.
Cientos de marcas ya han identificado a este canal como uno fundamental para conquistar múltiples audiencias: ya no se trata sólo de los jóvenes, 47% de los jugadores son mujeres, 44% son mayores de 45 años y la edad promedio es de 31 años.
Ante este escenario, la pregunta del millón es: ¿cómo debemos prepararnos y actuar como sociedad, empresarios, padres y amigos ante la presencia repentina de estas plataformas que ya forman parte de nuestro día a día?
La industria genera estudios que resaltan las bondades de los videojuegos, como colaboración, creatividad, exposición a cultura y diferentes formas de comunicación. Los detractores u observadores como yo levantamos las cejas, ya que el incentivo real detrás de esta industria no es el bien común de la sociedad sino, simple y llanamente, la maximización de sus ventas, la retención de usuarios y el aumento de tiempo dentro de los juegos.