El mundo inicia 2021 con restricciones ante una pandemia que parece eterna
Tu storytelling debe ser tu preocupación. En medio de la marejada compleja en la que nos sumergió el COVID-19, contar una historia concisa, empática y motivadora ha sido un diferencial enorme. Quienes han sabido buscar la hendija para contarse adecuadamente han conseguido un mayor impacto inspirando a otros (y lo han conseguido en un momento en el que la audiencia estaba en carne viva, lo cual ayuda muchísimo a la fidelización de su marca y sus productos).
Hay habilidades indispensables que debes tener. Si no las tienes, debes apresurarte en adquirirlas. Las Soft Skills, la inteligencia emocional, la capacidad de trabajar en equipo y navegar la incertidumbre con paz y con ciencia (y con paciencia también) delinearon como nunca antes los buenos perfiles. La capacidad de comunicar con naturalidad a través de videoconferencias fue y es también importante.
No basta con hablar por medio de una pantalla: debemos atravesarla y llegar a sentarnos al lado de quien nos está mirando por medio de un monitor. Franquear la timidez, la falta de espontaneidad o el apuro por condensar ágilmente mensajes no es tarea fácil para muchos. Hay que trabajar esas habilidades emocionales y corporales.
Repiensa el negocio, siempre. Así como la fortaleza en los cashflows de las empresas les permitió sortear bajos ingresos o pérdidas por varios meses, así también a los más dinámicos en su management esta ola no los destrozó. Como en el mundo de los muebles para el hogar, hay que generar y construir estructuras más leves y desmontables, que nos permitan cambiar con velocidad y transformarnos según las necesidades. Lo rígido ya está quebrado.
Pide ayuda. Como Coach Ejecutivo me tocó recibir consultas de muchos CEOs, directores y gerentes que precisaban ser escuchados y que no se sentían del todo capaces de afrontar este laberinto novedoso solos. Tener la humildad para saber pedir ayuda es una habilidad esencial. En un mundo empresarial con dentaduras blanqueadas, muchas veces machista, narcisista y ostentoso, pareciera que pedir ayuda es mostrarse débil. Nada más absurdo. Mostrarse vulnerables es también un rasgo de los buenos líderes.
Estas son sólo algunas de las enseñanzas que han aguijoneado nuestro cuerpo en 2020. Ojalá la experiencia nos ayude a pensar, planificar y vivir este 2021 con sabiduría. Será, no caben dudas, un año muy desafiante. Es bastante lo que hay por resolver: reconvertir áreas para ser más ágiles, mejorar las experiencias de los usuarios, buscar alianzas que nos otorguen visibilidad y nos hagan más potentes.
Los tiempos se aceleraron mucho, pero hay algo que permaneció inmutable: el miedo bien procesado une a las personas, hace que se miren a los ojos y permite que se reencuentren desde otro lugar, más vulnerable, quizás, pero mucho más real.
Qué paradoja, ¿no es cierto? El virus que nos quiso separar, nos terminó uniendo. Cuidado con nosotros 2021, somos mejores, hemos aprendido.
Nota del editor: Nicolás José Isola es filósofo, master en educación y PhD. Ha sido consultor de la Unesco, actualmente vive en Barcelona y es Coach Ejecutivo, Consultor en Desarrollo Humano y Especialista en Storytelling. Escríbele a nicolasjoseisola@gmail.com y síguelo en Twitter , Instagram y/o LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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