Publicidad
Publicidad

Lo que deberían estar aprendiendo nuestras niñas y niños

Hablamos de toda una generación que está perdiendo habilidades de relacionamiento, que vive con miedo y frustración, y en muchos casos en hogares con pérdidas de seres queridos, señala Jimena Cándano.
jue 14 enero 2021 05:00 AM

(Expansión) – En México estamos a semanas de cumplir un año de que inició la contingencia sanitaria y la jornada de distanciamiento social. Hace casi 365 días se suspendieron las clases, esto ha representado un esfuerzo mayúsculo para madres, padres, abuelas, abuelos, tías, tíos, así como las múltiples personas que se encargan del cuidado de los infantes. También lo ha sido para las autoridades de educación que han tenido que buscar, en un país de por sí muy desigual, formas de seguir llegando a todos los hogares.

Sin duda, generar contenidos para educar a través del internet, televisión y radio es, por decir lo menos, extremadamente complejo. No todos tienen acceso a estas herramientas, por no mencionar la falta de energía eléctrica en las zonas más remotas del país. Nuestro sistema educativo no está creado para favorecer el aprendizaje en solitario, de por sí, la diferencia entre la educación presencial en área urbana y rural es desigual.

Publicidad

Con el panorama que vivimos ahora, tendremos suerte si las niñas y niños pueden regresar a la escuela en septiembre; sin embargo, pese a esto, no veo grandes cambios en la estrategia de la SEP para seguir enseñando a distancia. Este hecho generará que la brecha en educación se haga más profunda en nuestro país, afectando de forma profunda el acceso a oportunidades en millones de infancias.

Aunado a este problema, enfrentamos uno todavía más serio, el cual no ha sido mencionado por las autoridades: el daño psicoemocional que están sufriendo niñas, niños y jóvenes a partir del aislamiento. El gobierno está ocupado en ver cómo hace llegar conocimientos y educación formal a todos los estudiantes del país, pero en este esfuerzo no se contempla brindarles herramientas y habilidades socioemocionales, con ello me refiero tanto a estudiantes como a quienes se encargan de su cuidado.

Hoy debemos enfocarnos en desarrollar en los más pequeños inteligencia emocional; gestión de sus emociones; entendimiento de sus sentimientos y los de aquellos con los que conviven; cómo auto regularse y ser resilientes en un mundo tan cambiante.

Debemos enseñarles valores como respeto, tolerancia y solidaridad, para poder tener ciudadanos empáticos con los demás. Quienes trabajamos con niñas, niños y jóvenes, todos los días vemos los daños que el aislamiento está generando en su crecimiento, hablamos de toda una generación que está perdiendo habilidades de relacionamiento, que viven con miedo e incluso frustración y en muchos casos en hogares que están sufriendo pérdidas de seres queridos, con una situación económica crítica, lo cual genera que estén expuestos a condiciones muy duras como la violencia, marcando su vida para siempre.

Publicidad
La educación de los niños en el mundo está amenazada por el COVID-19, según el Banco Mundial

Por supuesto que debemos cuidar la salud física, pero no debemos olvidarnos del aspecto emocional o mental que, de por sí, en nuestro país está totalmente abandonado. Se requiere una alianza del gobierno, expertos y organizaciones de la sociedad civil para poder atender este problema. Es necesario un plan a largo plazo, con presupuesto suficiente para poder atender a millones de niñas y niños para que puedan sobrevivir emocionalmente a los daños que genera la pandemia.

Si no lo hacemos hoy todas y todos sufriremos las consecuencias de una generación dañada emocionalmente y esto complicará la obtención del país que tanto anhelamos, necesitamos que gobierno tenga vistas al futuro, que no solo piense en los riesgos del presente, que, con acciones, sin dádivas, empiece a trabajar por lo más valioso que tenemos: nuestras niñas y niños que son el futuro de nuestro país, si queremos construir futuro, tenemos que cuidarlos hoy.

Nota del editor: Jimena Cándano estudió la licenciatura de Derecho en la Universidad Iberoamericana. Obtuvo el grado de Maestría en Administración Pública con enfoque en Desarrollo Comunitario y Transformación Social en la Universidad de Nueva York. Actualmente es la Directora Ejecutiva de la Fundación Reintegra. Síguela en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Publicidad

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad