"Quiero volver a la normalidad", las fotos que capturan deseos de cuarentena
Por otro lado, la clase media ha visto mermada su estabilidad, lo que genera un impacto en la solidaridad social, al tiempo que se ha intensificado el desmantelamiento de mecanismos e instituciones de participación ciudadana y ello también redunda en un deterioro del tejido social. Hoy, la sociedad civil organizada está fragmentada ya que mientras algunos grupos luchan por la infancia, otros por las mujeres, los indígenas, el cambio climático, la educación, el campo…
En cuanto al grupo con mayores ingresos, la pandemia no ha implicado un proceso de precarización y, en algunos casos, su comportamiento desafía las reglas para combatir la pandemia y no abona a la empatía y responsabilidad (léase Ricardo Salinas Pliego).
Entonces, no es que la sociedad sea absolutamente individualista, hay matices, pero no podemos perder de vista las condiciones materiales e institucionales que son el contexto de esto porque eso nos ayudará a entender en buena medida el comportamiento de la sociedad.
“En estos tiempos han jalado mucho los valores liberales del individualismo, la meritocracia, el éxito personal”, dice Aimée Vega, investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM. “Lejos de pensar que la crisis pone en riesgo al modelo económico, no, lo fortalece”.
Más allá de cuestionar al otro, lo que debemos considerar es que hay millones de personas que están siendo víctimas de esta pandemia porque no hubo previamente una construcción que pensara en el beneficio colectivo para todos de la misma manera y ahí está la responsabilidad del Estado que, por acción u omisión, permitió que se deteriorara el tejido social y, ya con la pandemia, la crisis se exacerbara.
Estamos viviendo cambios en la organización social, en cada segmento hay complejidades distintas, pero tenemos que fortalecer el valor que significa adherirnos a las reglas colectivas; apostar por un futuro con la crudeza que viene acompañada de un buen análisis, dejar la queja y accionar, bajarle a la angustia y conectar con el otro.
“Hay una crisis social pues hay quienes están enojados por el confinamiento, otros porque piensan que perdieron su libertad y algunos sostienen que no nos están diciendo la verdad. No hay una obediencia civil”, añade Margarita Maass, también investigadora del CEIICH de la UNAM. “La sociedad tiene un desafío: cómo podemos pensar positivamente y actuar”.
Esta pandemia nos ha permitido presenciar momentos maravillosos de nuestra sociedad, pero al final debemos reconocer que vivimos en un país con una terrible desigualdad social y, eso, puede ayudarnos a entender porque razón millones de personas no tienen ni los mínimos elementos para sobrevivir a esta pandemia.
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¿Quién quiere ser pobre? Nadie. Ser pobre no es una opción de vida.
Nota del editor: Jonathán Torres es periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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