Sin embargo, cuando se analiza el índice subyacente o la canasta de precios relacionada con el comportamiento de la economía, como lo son los precios de los alimentos y bebidas procesadas, las mercancías no alimenticias, como las prendas de vestir y los bienes más duraderos, se puede apreciar el efecto de la elevada inflación.
Es importante entender que el confinamiento implicó desequilibrios en la oferta y la demanda de productos en rubros como las mercancías alimenticias y servicios de preparación de alimentos, alojamiento temporal, entretenimiento, entre otros, lo cual derivó en que los hogares realizaran una recomposición en su gasto.
Naturalmente esto trajo consigo un cambio en la dinámica de los precios. El caso más representativo es el de los alimentos procesados, las bebidas y el tabaco, en los cuales la demanda no disminuyó tanto como la producción y, en consecuencia, los precios crecieron significativamente.
Desafortunadamente, la inflexibilidad en los precios de la canasta de los bienes subyacentes muy probablemente continuará durante 2021, sobre todo ante las decisiones políticas que se han tomado y que han incidido en la dinámica de los precios. Un ejemplo de lo anterior es la Reforma al IEPS que pasó relativamente desapercibida el año pasado.
Aunque el mensaje del gobierno es que no van a aumentar impuestos en 2021, esto no es del todo cierto, ya que, si bien no se ha realizado una reforma fiscal en toda su expresión, sí se han adicionado y reformado artículos en las leyes del IVA, IEPS e ISR.
En particular, el año pasado entraron en vigor las reformas a la Ley del IEPS del artículo 2°, cuyo cambió más relevante es que, desde enero de 2020, cada año se va a ajustar la cuota que se cobra al IEPS al tabaco y a las bebidas saborizadas, con base en la inflación de cada noviembre previo.
Lo anterior implica que, durante enero, los precios de las mercancías mencionadas se incrementarán por lo menos por el ajuste en las cuotas del IEPS, que se incrementó en 3.33% anual. Las modificaciones a la Ley del IEPS implicaron un cambio estructural en la estacionalidad de la inflación de cada enero a partir del año pasado, es decir, ahora tendremos más inflación en los meses de enero.