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El mercado de bonos etiquetados crece a contracorriente

El crecimiento del mercado de bonos etiquetados mexicano podrá consolidarse en los próximos años y con ello superar el tercer lugar con el que cuenta actualmente, opina Roberto Ballinez.
mié 10 febrero 2021 11:59 PM

(Expansión) - Todos sabemos que el daño generado por el COVID-19 sobre la economía mexicana ha sido profundo y, de alguna manera, será de largo aliento. Recuperar los niveles de crecimiento y bienestar prepandémicos nos tomará varios años. En este sentido, coincido con la expectativa sobre que al menos tardaremos tres años en recuperar el nivel de producción real del PIB de 2019; y en términos de PIB per cápita, por supuesto, nos tomará más tiempo.

Los efectos negativos de la pandemia tocaron fondo en abril y mayo. Con la reapertura de la economía en verano, algunas actividades económicas lograron detener la caída de sus indicadores financieros.

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Esta situación se observó en el mercado accionario y de deuda nacional, donde para el tercer trimestre de 2020 se detuvo la sequía en la colocación de deuda y actividad bursátil. De hecho, el índice de la BMV cerró el 2020 por arriba del registrado un año antes y en el caso de BIVA también se observó una recuperación a finales de año.

En mi opinión, este dinamismo se debió principalmente a un par de factores. El primero, a la gran labor que ha llevado a cabo el mercado organizado para ampliar el catálogo de instrumentos financieros en los que se puede invertir. Dentro de esta oferta se han consolidado las Fibras, los CKD’s y en especial los bonos con un enfoque verde, social y sustentable.

Segundo, por la gran cantidad de recursos que mantienen disponibles para colocar las Afores, compañías de seguros, operadoras de fondos de inversión, asesores de inversión y bancos de desarrollo.

En particular, la emisión de bonos temáticos o etiquetados superó tanto en monto como en número de emisiones lo registrado en 2019. En consecuencia, este mercado retomó la senda de crecimiento que perdió en 2018 y que coincidió con el inicio de la nueva administración federal. Esto, sin lugar a duda, indica la buena salud con la que cuenta nuestro sector bursátil y en particular nuestro mercado de bonos etiquetados.

A pesar del buen desempeño que mostró este mercado, existen algunas áreas de oportunidad en las cuales debemos seguir trabajando para consolidarlo.

Debemos incrementar el número de emisores subnacionales. Solo la Ciudad de México ha emitido deuda de este tipo en el mercado local. Si bien el Gobierno Federal colocó su primer bono sustentable en septiembre de 2020, este fue emitido en el mercado europeo y algunos años después de lo que hiciera Chile.

Ahora bien, según información pública, el Estado de Veracruz estaría evaluando regresar al mercado de deuda en un par de años con un bono verde. Estoy convencido que dentro del sector público existe una gran cantidad de necesidades y proyectos que pueden ser catalogados como verdes y sociales. Sólo pensemos en los retos que representa la administración del agua, la eficiencia energética, la movilidad eléctrica y las construcciones sustentables.

Del lado del sector privado, de los 27 bonos etiquetados que se han colocado desde 2016, solo un banco comercial y cuatro corporativos han emitido bonos de este tipo. Contar con políticas gubernamentales claras y definidas, sobre todo en el aspecto energético y ambiental, incentivaría a los privados a entrar en este mercado.

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No obstante, y a pesar de la falta de liderazgo del sector público en este tema, tenemos que reconocer que estos pocos emisores privados están promoviendo y trabajando en modelos de desarrollo sustentable.

Por último, debemos crear un mercado más profundo que logre alinear de mejor manera la oferta y la demanda por este tipo de instrumentos. Por el lado de la oferta, existe una gran cantidad de proyectos públicos y privados que pueden ser candidatos naturales para ser bursatilizados o incluso bancarizados, pero que no se estructuran adecuadamente.

Sirva decir que, en 2020, BBVA logró colocar al menos un par de créditos verdes. Aquí, lo que hay que evitar es el llamado Greenwashing, del cual hablaré en otra entrega.

Del lado de la demanda, la fuerza que está tomando la inversión con un enfoque sustentable exige que los emisores adopten prácticas apegadas a criterio ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG), y que además sean capaces de reportar sus avances.

Si bien en nuestro país, desde 2019, existe una declaración firmada por más de 51 inversionistas institucionales a favor de la divulgación de esta información, este compromiso pudiera ser considerado no vinculatorio. Asimismo, recordemos que muchos inversionistas institucionales globales buscan invertir en emisores que transparenten este tipo de información.

Un ejemplo de cómo evitar que este esfuerzo se diluya es el proceso que están emprendiendo las Afores para incorporar estándares ESG en sus decisiones de inversión, gestión de riesgos y asignación de recursos.

En mi opinión, esto me hace pensar que el crecimiento del mercado de bonos etiquetados mexicano podrá consolidarse en los próximos años y con ello superar el tercer lugar con el que cuenta actualmente entre los países de América Latina y el Caribe.

Nota del editor: Roberto Ballinez es Director Ejecutivo senior de Deuda Subnacional e infraestructura en HR Ratings. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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