Nuestro país cuenta con un gran potencial de viento y radiación solar, lo que hace económicamente viable la instalación de parques solares o eólicos en gran parte del territorio nacional. Asimismo, la generación de electricidad con fuentes renovables contribuye a la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
En México alrededor de 60% de las emisiones de CO2 (Dióxido de Carbono) proviene de la generación de energía eléctrica y del uso de vehículos de combustión interna. Excluir a las energías renovables de nuestra matriz energética desdibuja el camino hacia la transición a una economía descarbonizada.
La suspensión de las subastas que permitieron desde 2015 un crecimiento en la generación de energía solar y eólica, alcanzando aproximadamente 12% de la generación total nacional en 2019, nos alejan de las metas establecidas en leyes internas y en acuerdos internacionales.
Según la Ley de Transición Energética y el Acuerdo de París, 30% de la energía eléctrica en 2021 deberá ser generada por fuentes limpias, 35% en 2024 y 43% en 2030. Hoy sólo el 23% del total es generada en centrales consideradas limpias, según el último informe de la Agencia Internacional de Energía.
Incrementando la generación de energía renovable y retomando el camino de la transición energética, podremos disminuir la emisión de GEI y contribuir a mitigar el cambio climático; ofrecer al usuario doméstico, comercial e industrial energía más barata; e incrementar la competitividad nacional, lo que atraería más inversión en proyectos productivos que generarían, a su vez, más empleo.
Estos beneficios no se contraponen con el objetivo de salvaguardar el interés público ni con la soberanía energética, solo es necesario replantear sus premisas. Además, esto contribuiría al desarrollo económico, social y ambiental que nuestro país requiere.
Es de conocimiento público que hasta el día de hoy el gobierno mexicano ha encontrado una coincidencia con el gobierno de Estados Unidos con relación a su política energética, en particular a la producción y uso de hidrocarburos. El retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París en 2017 dejó de lado los esfuerzos para una transición energética.
No obstante, considerando el próximo relevo presidencial, nuestro país podría verse en la necesidad de replantear la estrategia y metas en este sector para mantener en buen estado la relación con nuestro socio comercial.
El virtual presidente Joe Biden ha dicho que entre sus primeras acciones ejecutivas está la reincorporación al Acuerdo de Paris y la promoción de inversiones por 2,000 millones de dólares para la transición, generación y uso de energías limpias. Incluso, sería posible que, en uso de sus facultades en términos comerciales, establezca impuestos verdes, aranceles a importaciones de productos no alineados con estándares sustentables y presione a sus socios comerciales para promover el consumo de energía renovables en sus procesos productivos.
Nota del editor: Roberto Ballinez es Director Ejecutivo senior de Deuda Subnacional e infraestructura en HR Ratings. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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