Pienso sin embargo que estas reuniones mandan un mensaje poderoso: el de una región que está más integrada de lo que algunos de sus líderes suponen y en donde muchos temas de las agendas internas pasan por lo regional. No es casual que hasta ahora el único mandatario que nunca participó en una cumbre es Donald Trump.
La pregunta es si Biden relanzaría las cumbres. Es clara su intención por retomar el multilateralismo, así como del peso que en su agenda tienen los temas ambientales y la relación con China. El equipo que lo acompaña en estos quehaceres goza de impresionantes credenciales. Más relevante para nosotros, también comparten un gran conocimiento de México.
Creo que el problema está de nuestro lado. Las simpatías de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) por Trump serían irrelevantes de no ser porque parecen afectar su relación con Biden. En una región donde los procesos de integración son tan profundos, un trato basado en la congenialidad fue la excepción, no la regla. Lo sanitario, migración, seguridad, comercio, inversión, medio ambiente y lo laboral son asuntos que precisarán que seamos proactivos, no reactivos y mucho menos, regresivos.
Es el caso de la agenda económica y comercial. Durante enero-septiembre de 2020 las importaciones de mercancías chinas de Estados Unidos cayeron 7.9% a tasa anual pero lo que China compra de Estados Unidos aumentó 4.8%. Como resultado, el déficit comercial de Estados Unidos con China se redujo en 123,000 millones de dólares.
En el mismo lapso, las mercancías que Estados Unidos compra de México disminuyeron 13.6%, pero lo que México importa desde Estados Unidos cayó aún más, en 19.9%; el déficit comercial de Estados Unidos con México subió en 24,000 mdd.
A diferencia de Trump, Janet Yellen y su asesor en temas externos David Lipton – un viejo conocido de México – entienden bien que un déficit comercial refleja diferenciales de ingreso; la brecha en la variación del PIB en Estados Unidos y México en 2020 fue la mayor desde 1995. El problema es que todo apunta a que el desbalance se acentúe aún más en el 2021, producto de posiciones fiscales radicalmente antagónicas.
Las presiones proteccionistas que esta situación puede generar serán acentuadas por un caudal de decisiones, esas sí voluntarias, que México ha tomado. La iniciativa preferente de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) es un ejemplo y desgraciadamente no el único: desde reglas de etiquetados hasta la prohibición del uso de glifosato son susceptibles de controversia al interior del T-MEC.
A veces parece que AMLO aseguró la aprobación del T-MEC pero no se preocupó por entender qué compromisos implica. Si añadimos los temas que Trump no empujó pero que con toda seguridad la administración Biden abrirá – capitulo ambiental, laboral – México ocupará mucho espacio en una agenda comercial abultada.