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La fábula del Marzipan Stollen y la tortilla

En México la falta de regulación del patrimonio permite que puedas hacer una tortilla sin usar maíz nixtamalizado y venderlo como una tortilla de maíz criollo nixtamalizado, apunta Pablo Ángel Lugo.
lun 22 marzo 2021 11:58 PM

(Expansión) - Uno de los postres favoritos que tengo es un pan llamado Marzipan Stollen, también llamado persipanstollen, es un postre navideño de Baviera, en Alemania. Lleno de frutos secos, es común encontrarlo en tiendas alemanas en Londres.

En mis visitas a México quise continuar mi costumbre de comer este delicioso pan. La receta me llevó a leer sobre el alimento, me enteré que es muy antiguo y que estuvo protegido por muchos años por el papado. La receta no pudo ser modificada por más de 300 años. El papa negaba que se le agregara mantequilla y leche a la receta, y esa prohibición se mantuvo por muchos años.

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Hoy en día el Stollen sigue siendo una delicia que se produce en esa región y continúa una tradición y unas características específicas. Me sorprendió leer que era un platillo protegido con denominación de origen y que está muy arraigado a la cultura. Me impresionó mucho enterarme que las primeras recetas databan del siglo XI y no puede evitarlo, terminé leyendo sobre la historia de dicho pan y se quedó en mi memoria.

Otro delicioso platillo que disfruto mucho son las tortillas de maíz. Por muchos años en Europa no se conseguían buenas tortillas, no ha sido hasta que la empresa Cool Chile empezó a vender dichas tortillas en el Reino Unido que se pudieron disfrutar. Cool Chile es una empresa que produce alimentos que los estadounidenses consideran comida mexicana.

Eso me llevó a investigar y leer sobre la comida como parte de ese espectro cultural y que forma parte de la identidad de una comunidad. Me di cuenta de la regulación que existe en Europa sobre lo que es la comida y alimentación como parte de la cultura, y de la misma forma me enteré de los beneficios económicos que estas regulaciones tienen en lo local. Es imperativo destacar que los beneficios locales son una base del desarrollo económico de dichas comunidades dentro de un ámbito global.

Eso me ha llevado a ver la carencia de regulación que existe con respecto a la tortilla como un elemento gastronómico-cultural en México. Me parece horrible que uno puede hacer cualquier cosa y llamarlo tortilla, pero que no exista una normativa sobre lo que una tortilla mexicana es o debe ser es muy lamentable.

Por ejemplo, los estadounidenses tienen una versión de lo que ellos creen que es una tortilla; los españoles tienen una versión de lo que la tortilla (mexicana) es o debe ser y uno puede seguir y seguir. Así que, indagando más a fondo en lo referente al patrimonio cultural, ese que tan orgullosos estamos de que la UNESCO reconociera, no fue difícil notar que en México puedes también tener tu propia versión de lo que es una tortilla.

En México la falta de regulación del patrimonio permite que puedas hacer una tortilla sin usar maíz nixtamalizado y venderlo como una tortilla de maíz criollo nixtamalizado. Lo considero una estafa. Si mando hacer unos audífonos que se parezcan a los de Apple y los vendo como Apple, es piratería, pero no pasa con nuestro patrimonio cultural, ya que puede ser plagiado, menospreciado, transformado e incluso modificado para saciar un beneficio económico.

Es cierto que México es un país que carece de un orden institucional y el abandono del Estado es común, eso ha provocado que las empresas sean cómplices de esa falta de asistencia social que se requiere en un país primermundista, en el que se garantiza el bienestar social, llegando al extremo de declarar públicamente que no pagarán impuestos, eso en cualquier país europeo es una clara llamada a que se ejecuten órdenes de incautación por faltar a sus obligaciones fiscales.

Pero en México no pasa eso, todos los gobiernos han abandonado a su suerte a la sociedad. Muestra de ello es la pandemia actual y la crisis económica que el abandono del Estado sobre sus ciudadanos ha provocado.

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Regresando al tema fundamental, el cuidado del patrimonio cultural y su conservación están relacionados entre sí. El orgullo de ser mexicano o de cualquier nación debería reflejarse en procurar la defensa de dicho patrimonio. Nos indignamos cuando alguien pone “doritos” en una tortilla de harina gigante y le llama comida mexicana.

La misma actitud debería existir dentro de nuestras fronteras. Demandamos a los extranjeros lo que no demandamos a los nacionales y esa es la actitud errónea. Hay mucho que aprender de los beneficios de la economía cultural.

Me encantaría ver sellos en las tortillerías en el que se pueda saber si producen de una forma tradicional o son tortillas mutantes. Pero para eso hay que dejar de buscar las soluciones desde el Estado, y darle un poco de autonomía a los productores. Si lo piensan, la denominación de origen del mezcal no la controla el gobierno, hacen falta dosis de independencia y autonomía para poder ejercer cambios reales.

Las modificaciones de la legislación no se darán por la brillante creatividad de los responsables de ese trabajo, serán por aquellos que viven y conocen las problemáticas directamente, y serán ellos los que puedan genera una normatividad que nos permita a los consumidores tener la oportunidad de elegir entre un producto original, tradicional y de calidad, o una versión más económica.

La moraleja: Es imprescindible que consideremos la cocina como una verdadera rama de nuestra cultura, y que actuemos en consecuencia, proteger la tortilla nixtamalizada tradicional y sus procesos de fabricación deben ser considerados como una forma de conservar nuestra cultura, más allá del desprecio de los gobiernos pasados y presentes; es necesario empezar una mentalidad empresarial de que hacer las cosas bien es un buen negocio, allí está el Marzipan Stollen o el mezcal para mostrarnos una ruta.

Nota del editor: Pablo Ángel Lugo es Doctor y especialista en Mercados del Arte y Economía Naranja, director de Glocal Art Markets Consultants Ltd en Londres, Inglaterra; curador de colecciones privadas en México, el Reino Unido y Suiza. Ha colaborado como especialista en mercados del arte y economía naranja para el Parlamento Escocés y como curador para la Secretaría de Relaciones Exteriores. Síguelo en Twitter y en Facebook . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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