“¡Ah! Pero… ¿Es necesario el lenguaje inclusivo, esto es: hablar de manera que la mujer y la comunidad LGBT se sienta incluida? Como asesora en comunicación, respetuosa pero conservadora en el uso del lenguaje y algunos otros hábitos, es una conversación que me incomoda – reconozco-, pero que siento imperativa la necesidad de reflexionar y tomar partido al respecto.
Veamos. Analicemos que esto me confunde. Las sociedades están formadas por estructuras materiales y simbólicas. Correcto. Ninguna comunidad humana puede existir sin entramados institucionales e imaginarios colectivos.
Ambas realidades son la condición de posibilidad de la existencia de cualquier sociedad, y de que ésta funcione con cierta armonía. No es suficiente con que las condiciones materiales existan, se necesitan también definiciones sociales que hagan posible que los individuos no cuestionen esas estructuras.
Entre esas dos realidades sociales, la simbólica y la material, tiene que existir congruencia, pues si no hay coherencia entre las estructuras sociales y los imaginarios colectivos sobrevendrá una crisis de legitimidad. Y con ello, los conflictos sociales.
En efecto, cada realidad social tiene como un correlato ideas que sirven para justificar su existencia. Así, históricamente, el uso de las palabras, expresiones o conceptos no son un hecho ajeno a la ideología dominante.
Con el lenguaje se construyen definiciones sociales. Y estas definiciones, desde las más simples como los proverbios o los prejuicios, hasta las más elaboradas, como las construcciones científicas, son parte central de lo imaginario pero que tienen como objetivo contribuir a la reproducción de las estructuras materiales. Y una de esas estructuras es la jerarquía de género.
Por eso, precisamente, en un momento en el que las mujeres no tenían derechos y la comunicad LGTB no estaba organizada como tal, la estructura patriarcal dominante necesitaba prejuicios, ideas, conceptos, teorías, doctrinas teológicas o filosóficas que aportarán legitimidad para consolidarse.
En otros términos, las definiciones de una sociedad son fabricadas en el seno de comunidades en las que existen relaciones de poder. En este caso, relaciones de poder patriarcal y excluyente. Y quien tiene el poder tiene el poder de la palabra. Por eso, en una sociedad patriarcal le corresponde un lenguaje sexista, misógino y excluyente de todas las variantes de género.
Actualmente, tanto las feministas, en contra del lenguaje patriarcal, como la comunidad LGBT, buscan legitimar su lucha, su existencia, su visibilidad y sus derechos a ser tomados en cuenta en igualdad de condiciones-.
Estemos de acuerdo o no, estas corrientes ideológicas o minorías han ganado gran terreno en el debate público e incluso están incidiendo en pautas conductuales que, de prevalecer en el tiempo, pueden generar cambios culturales acentuados.
En este sentido el lenguaje incluyente es la dimensión y la materialización simbólica que alimenta, sostiene y reconoce su existencia. Por ello es tan importante para estos colectivos la adaptación del lenguaje.
Actualmente ¿qué tanto el feminismo y la comunidad LGTB son ideologías dominantes a tomar en cuenta para cambiar el lenguaje?
En lo particular no me siento ofendida en el lenguaje patriarcal como lo empleamos actualmente. Creo que respondió a una época en la que yo ni siquiera había nacido. Me he encargado de ganar mi lugar como mujer y defender mis derechos con acciones concretas en el ámbito laboral, social, afectivo e incluso, reproductivo.