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Igualdad, una de las lecciones de la distancia

Estoy convencido que, de una u otra forma, como personas, empresas, sociedad y seres humanos habremos de encontrar un nuevo equilibrio, opina Jorge Guevara.
mié 01 abril 2020 11:59 PM

(Expansión) – Sólo tomó un par de días para que la vida que conocíamos cambiara para siempre. Aquella que era dominada por exigencias, estatus, ajetreos, logros, estudios, dinero, sentido de pertenencia y diferentes formas de relacionarnos se redujo a una obsoleta colección de constructos sin sentido.

La situación que estamos viviendo nos ha confrontado con nosotros mismos. Hace apenas unas semanas esto parecía una situación imposible, utópica, de película de ciencia ficción, completamente ajena a nuestra tan valorada (por nosotros mismos) era moderna llena de tecnología y ciencia. ¿volveremos a ser los mismos y a nuestra normalidad? Probablemente, o más bien seguramente, no.

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La Teoría General de Sistemas en la que se basa la psicoterapia sistémica y familiar se fundamenta en gran medida en el concepto de homeostasis, que es la tendencia de todos los componentes que forman a un sistema para mantener un estado fijo y a conservar el equilibrio pese a los cambios internos y las disrupciones externas del ambiente.

Esta característica de todos los sistemas es inherente a la búsqueda constante de un nuevo centro sobre el cual se aprende a girar para garantizar la supervivencia. Sí, aquí hay una buena noticia, al final el sistema sigue adelante, aunque ya no es el mismo porque simplemente el eje en el que confiaba y que lo mantenía unido ha cambiado de sitio.

Hoy, desde nuestro distanciamiento y con nuestra nueva vida virtual (que por el solo hecho de haber dejado de ser opcional ya no es la misma) vamos explorando la evolución de una situación que no había sido experimentada por generaciones enteras, obligándonos a reconstruirnos desde un nuevo punto de referencia.

Las últimas semanas nos han venido transformando en todos los sentidos y de manera abrupta, aunque existan quienes aún no sean capaces de reconocerlo. Aparentemente somos las mismas personas y nos seguimos llamando igual, pero hemos comenzado a caminar por un entorno familiar, laboral, económico y comunitario que, aunque sabe a algo conocido ya es diferente.

En mi opinión, la diversidad nunca había sido tan expuesta ni había cobrado tanto significado. Y es que a medida que nos adaptamos para trabajar y a convivir a la distancia, nuestras diferencias se han vuelto más visibles, pero a la vez han comenzado a importar menos.

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Y es que en medio de esta coyuntura parecería que le hemos dejado de prestar atención a las características diferenciales a las que solíamos otorgar tanta relevancia. Así, a la distancia y a través de la vida virtual, el género, las discapacidades, la etnia, los estados civiles, la diversidad sexual y hasta los antecedentes socioeconómicos, entre otras cosas, perdieron los significados a los que dedicábamos todo ese tiempo.

¿La razón? Resulta que ante un enemigo pequeño e invisible todos somos igualmente vulnerables y compartimos las mismas ansiedades y temores acerca de la salud, el encierro y el futuro económico grupal e individual. Al final, tenemos que no somos tan distintos.

En los últimos días nos ha invadido información, no sólo acerca del virus y de la situación económica mundial, sino también de cómo vivir en el distanciamiento. En las empresas, particularmente, nos hemos enfocado a potencializar el trabajo remoto y en difundir las mejores estrategias para colaborar y liderar equipos virtuales: mantente en contacto con tu equipo, promueve reuniones en video, ten en cuenta las necesidades, recursos y circunstancias de los otros, haz pausas, habla en tono positivo, deposita y transmite confianza en los demás, sé flexible y ocúpate más en preguntar acerca de cómo están los otros más que en lo que están haciendo, comunica claramente las metas y objetivos, y comparte tus mejores experiencias acerca de la forma en la que logras enfocarte y evitar las distracciones, respeta tiempos y espacios de desconexión: no todos querrán permanecer en línea hasta tarde y menos aún si tú tienes problemas para dormir.

Sé ejemplo en el uso eficiente de la tecnología, como el video y las herramientas para compartir archivos, prepara tus reuniones con una agenda específica para que las personas puedan concentrarse en el tema y no participes en las reuniones virtuales haciendo varias cosas a la vez.

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Aprende a reconocer los estados de ánimo, especialmente porque ante una contingencia de salud existen preocupaciones adicionales, además de que el aislamiento en sí genera reacciones emocionales que no debes pasar por alto. Por supuesto, tampoco faltan las reglas de “etiqueta virtual”, desde utiliza el silenciador de tu micrófono cuando no estés hablando y permite a todos expresar sus puntos completamente hasta sé empático y paciente ante las interrupciones de hijos, parejas, mascotas, etcétera.

Tal como lo dije antes, el juego se llama colaborar y liderar equipos virtuales, y simplemente los consejos y recomendaciones que por todos lados recibimos y leemos nos reflejan que más allá de las diferencias, en la vida en línea todos somos iguales.

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Hoy más que nunca nos une la resiliencia, la voluntad personal, y el reconocimiento de que para estar bien en lo individual tenemos que cuidar de los otros, sin importar quiénes son ni cómo son, ni lo que piensan, porque a diferencia de nosotros este enemigo en común al que hoy nos enfrentamos no distingue a nadie. Me pregunto si entonces la distancia nos hará finalmente entender lo que nos fue imposible en tantos siglos de estar juntos.

Ahora bien, ¿Cómo va a terminar esto? ¿Cuándo vamos a regresar a la normalidad? ¿A qué le vamos a llamar normalidad para entonces? En este momento nadie parece saberlo. Lo que sé es que mantenernos positivos es la mejor forma de enfrentar la incertidumbre. No podría asegurar si esa postura va a resolver las cosas de la manera que queremos y esperamos, pero sí sé que será mejor que entregarnos y abandonarnos en la parálisis de la angustia.

Estoy convencido que, de una u otra forma, como personas, empresas, sociedad y seres humanos habremos de encontrar un nuevo equilibrio. Ese diferente centro sobre el cual habremos de volver a girar y movernos, reescribiendo una vez más la historia, ahora hacia un futuro al que posiblemente no habríamos ni siquiera contemplado sin el punto de inflexión que representa el COVID-19.

Espero al menos que, en ese nuevo centro hayamos aprendido, finalmente y de una vez por todas, a dejar atrás las diferencias y disfrutemos de un mundo verdaderamente incluyente.

Nota del editor: Jorge Guevara es Vicepresidente de Comunicación para América Latina de American Express y activista en contra del estigma y la discriminación hacia todo tipo de minorías. Es Doctor en Psicología y Mtro. en Psicología Clínica y puede ser contactado en el correo opiniondrjorgeguevara@gmail.com . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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