Y es que en medio de esta coyuntura parecería que le hemos dejado de prestar atención a las características diferenciales a las que solíamos otorgar tanta relevancia. Así, a la distancia y a través de la vida virtual, el género, las discapacidades, la etnia, los estados civiles, la diversidad sexual y hasta los antecedentes socioeconómicos, entre otras cosas, perdieron los significados a los que dedicábamos todo ese tiempo.
¿La razón? Resulta que ante un enemigo pequeño e invisible todos somos igualmente vulnerables y compartimos las mismas ansiedades y temores acerca de la salud, el encierro y el futuro económico grupal e individual. Al final, tenemos que no somos tan distintos.
En los últimos días nos ha invadido información, no sólo acerca del virus y de la situación económica mundial, sino también de cómo vivir en el distanciamiento. En las empresas, particularmente, nos hemos enfocado a potencializar el trabajo remoto y en difundir las mejores estrategias para colaborar y liderar equipos virtuales: mantente en contacto con tu equipo, promueve reuniones en video, ten en cuenta las necesidades, recursos y circunstancias de los otros, haz pausas, habla en tono positivo, deposita y transmite confianza en los demás, sé flexible y ocúpate más en preguntar acerca de cómo están los otros más que en lo que están haciendo, comunica claramente las metas y objetivos, y comparte tus mejores experiencias acerca de la forma en la que logras enfocarte y evitar las distracciones, respeta tiempos y espacios de desconexión: no todos querrán permanecer en línea hasta tarde y menos aún si tú tienes problemas para dormir.
Sé ejemplo en el uso eficiente de la tecnología, como el video y las herramientas para compartir archivos, prepara tus reuniones con una agenda específica para que las personas puedan concentrarse en el tema y no participes en las reuniones virtuales haciendo varias cosas a la vez.