La Teoría General de Sistemas en la que se basa la psicoterapia sistémica y familiar se fundamenta en gran medida en el concepto de homeostasis, que es la tendencia de todos los componentes que forman a un sistema para mantener un estado fijo y a conservar el equilibrio pese a los cambios internos y las disrupciones externas del ambiente.
Esta característica de todos los sistemas es inherente a la búsqueda constante de un nuevo centro sobre el cual se aprende a girar para garantizar la supervivencia. Sí, aquí hay una buena noticia, al final el sistema sigue adelante, aunque ya no es el mismo porque simplemente el eje en el que confiaba y que lo mantenía unido ha cambiado de sitio.
Hoy, desde nuestro distanciamiento y con nuestra nueva vida virtual (que por el solo hecho de haber dejado de ser opcional ya no es la misma) vamos explorando la evolución de una situación que no había sido experimentada por generaciones enteras, obligándonos a reconstruirnos desde un nuevo punto de referencia.
Las últimas semanas nos han venido transformando en todos los sentidos y de manera abrupta, aunque existan quienes aún no sean capaces de reconocerlo. Aparentemente somos las mismas personas y nos seguimos llamando igual, pero hemos comenzado a caminar por un entorno familiar, laboral, económico y comunitario que, aunque sabe a algo conocido ya es diferente.
En mi opinión, la diversidad nunca había sido tan expuesta ni había cobrado tanto significado. Y es que a medida que nos adaptamos para trabajar y a convivir a la distancia, nuestras diferencias se han vuelto más visibles, pero a la vez han comenzado a importar menos.