En entrevistas off the record, líderes empresariales sostienen que el mandatario mantiene más vivo que nunca el recuerdo de la campaña de 2006, cuando se le calificó como “un peligro para México”, por lo que está decidido a operar para que su partido mantenga la mayoría en el Congreso y así pueda endurecer su postura frente a la iniciativa privada. Pero, eso, para varios empresarios es inaceptable.
Hoy, hay empresarios cerca de think tanks que monitorean el curso de las políticas públicas y, cuando se detecta alguna falla, contribuyen en la conformación de una narrativa crítica hacia el gobierno actual. También, empujan a que los candidatos de oposición consigan algo de relevancia frente a un electorado que los observa como más de lo mismo. Pero su principal lobbying está al interior de sus empresas.
No se trata de circulares, pero sí de una narrativa que pretende destacar las consecuencias de políticas emprendidas por la llamada cuarta transformación; desempleo, pobreza, amenazas a la propiedad privada, incertidumbre jurídica. Así, cuando el contexto está bien sembrado, viene el llamado a votar, a razonar entre lo que se percibe como el vacío o una dinámica que permita recuperar lo perdido.
“La IP tiene la obligación social de no quejarse, pero sí de advertir que las cosas no están bien. Hay escepticismo y la misión es hacer todo lo que sea necesario para evitar el absolutismo. Yo no hago campaña con mi gente, pero si alguien me pregunta contesto esto”, confiesa un empresario que pide no ser identificado.
¿Fructificará su plan? Las cartas del sector privado van más allá de eso. No lo olvidemos: no todos los empresarios son iguales y sus intereses no son los mismos. Así, pase lo que pase el 6 de junio, los empresarios cercanos al poder seguirán su propio juego, otros invertirán en mercados con mejores condiciones y aprovecharán la brutal reactivación económica de Estados Unidos.
Es un hecho: no hay forma de que los empresarios se constituyan en un factor de equilibrio frente al poder político, sus organismos harán su mejor labor, pero las expectativas no alcanzan para que se unifiquen.