Las empresas estamos conscientes de la relevancia de establecer mecanismos para la desconexión, pero nos inquieta por la dificultad de llevarlo a la práctica.
Pero, ¿a qué se debe que lo vean complicado? La primera razón que veo es porque estamos inmersos en un ambiente de trabajo transformado por la digitalización que facilita la disponibilidad 24/7. Ante ello, una forma de ofrecer las condiciones necesarias para garantizar este derecho sería establecer candados para no poder acceder al correo electrónico corporativo o no poder tener acceso a ciertos sistemas o herramientas empresariales en un horario no laboral.
Sin embargo, esto no garantiza que los colaboradores puedan trabajar por su cuenta ni que los jefes o compañeros puedan comunicarse por mensajería instantánea o vía celular.
En este sentido, no podemos dejar de lado que hay un asunto de cultura laboral que confunde el compromiso y la responsabilidad con la disponibilidad 24/7, lo que hace, por un lado, que algunos superiores presionen a sus colaboradores para estar 100% disponibles y, por otro lado, los colaboradores sientan que deben de trabajar más tiempo para conservar su empleo, dada la situación de desempleo.
Otro obstáculo para poner en marcha este derecho es la dificultad de ser lo suficientemente productivos en un horario laboral tradicional. Al estar en su hogar, los colaboradores pueden tener distracciones durante su jornada, lo que implica que decidan concluir sus responsabilidades a final de día o, incluso, en fines de semana.
Un reto adicional radica en la carga de trabajo en puestos especializados, esto lo comento porque una encuesta realizada por OCCMundial a 300 empresas reveló que para un 64% de las organizaciones será difícil garantizar este derecho en algunos puestos de trabajo, ya que las responsabilidades van más allá de los horarios laborales establecidos.