Una meta de Gas Bienestar es favorecer una competencia más equitativa y justa. No obstante, si unas cuantas familias son las dueñas de las gaseras LP más importantes, la iniciativa del presidente eventualmente beneficiaría a este grupo, pues las pequeñas empresas estarían en desventaja para competir en condiciones desiguales por naturaleza.
Encima, Gas Bienestar tendría preferencias en las tarifas del Sistema de Transporte y Almacenamiento Nacional Integrado del Gas Natural y su distribución estaría vigilada por la Guardia Nacional. De nuevo, condiciones y beneficios a los que no tendrían alcance las rivales potenciales del sector privado.
El remedio a veces es más doloroso que la enfermedad. Podría elegir otras partes del Plan Sectorial de Energía, como inyectar recursos a las redes de transmisión, las cuales inevitablemente redituarían en beneficios para el sector energético en México. Desarrollar una nueva empresa puede ser más caro para el gobierno en el largo plazo, ya que Pemex ha presentado pérdidas en los últimos años y podría ser más conveniente dirigir recursos a las áreas prioritarias de la paraestatal.
Pemex quizá no se beneficie tanto porque presionará la venta de combustibles a costos más bajos. Por otro lado, los inversionistas privados vacilarán antes de elegir México al saber que hay una empresa con precios subsidiados y prácticas desleales en la competencia de mercado.
La narrativa social ha sido consistente a lo largo del mandato de López Obrador. Tras los resultados mixtos de las elecciones intermedias, donde Morena perdió presencia en la Ciudad de México, es normal que el presidente desee reivindicarse con este programa piloto en la capital, bajo la premisa de aliviar a la economía familiar.
No basta con adornar el discurso con promesas abstractas que carecen de una estructura, objetivos claros y estrategias definidas. En ausencia de un plan sólido, el Gas Bienestar permanecerá en el aire.
Nota del editor: Antonio Michel estudió Relaciones Internacionales en el ITAM, donde es profesor, y tiene una Maestría en Administración Pública por la Universidad de Maxwell. Trabajó casi 7 años en la Administración Pública Federal, en las secretarías de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social, Energía y Gobernación. Su pasión son los asuntos internacionales, los asuntos políticos y la administración pública. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión