Muchas empresas participaron en esfuerzos internacionales y locales para hacer frente a la pandemia. Se sumaron a las acciones para evitar contagios y hubo algunas que participaron en el montaje de hospitales para la atención de las personas más afectadas. Pero, sobre todo, lucharon para mantener abiertas las fuentes de trabajo.
¿Qué debe caracterizar a las y los empresarios del futuro y cómo deben formarlos las instituciones de educación superior? Partamos de la idea de que el liderazgo empresarial requiere un mayor compromiso social. Sus líderes deben asumirse como actores de cambio con una visión de negocios que busque un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, y les permita enfrentar tres retos actuales.
En primer lugar, proteger un planeta frágil y en riesgo de colapso por los desmedidos niveles de consumo. Las nuevas generaciones son mucho más conscientes de las consecuencias del deterioro ambiental y cuestionan las condiciones del mundo que reciben.
Segundo, desarrollar tecnologías adaptables y menos contaminantes cuyo uso resuelva los problemas ambientales y satisfaga las apremiantes necesidades sociales.
Por último, interactuar con mercados internacionales integrados que exigen emprendedores y empresarios mejor entrenados para proyectar el valor de su compañía en un mundo donde todos los países tienen sus propios retos, prioridades y carencias.
En el futuro inmediato necesitaremos líderes empresariales que ayuden a sus consumidores, proveedores y colaboradores a transitar hacia un desarrollo económico más justo y equitativo. Emprendedores para los cuales el margen de utilidad no sea el único indicador de éxito, capaces de cerrar las heridas entre la sociedad, y construir una riqueza más inclusiva en beneficio de todos.