En México, se encontró que el efecto del calentamiento global ya ha causado que se reduzcan las lluvias en el noroeste del país. Se espera que esto siga sucediento, especialmente durante el verano y en el suroeste. Estas predicciones significan que la crisis climática afectará a los estados más pobres, como Chiapas, Guerrero y Oaxaca, en donde miles de familias mexicanas ya sobreviven con lo poco que les genera la pequeña o micro agricultura.
Por otro lado, las zonas áridas de México aumentaron sus temperaturas. En los desiertos del norte se registraron menos días fríos entre 1980 y 2010. Este incremento también conlleva riesgos para los bosques, pues aumenta la probabilidad de incendios año con año. Un ejemplo de impacto de los incendios es el estado de emergencia por contaminación de aire a la que diversas ciudades, sobre todo la Ciudad de México, se han visto sometidas.
Estas emergencias implican el cierre de comercios y servicios al aire libre, así como un paro parcial de la actividad industrial para evitar que sus emisiones contaminen aún más el ambiente.
El calentamiento más dramático se observará en el norte de México, con un incremento proyectado de casi 6 grados centígrados para finales de este siglo. El aumento del calor implica mayor riesgo para la salud de la población y un mayor costo para mantener frescos y habitables sus espacios de vivienda, transporte y trabajo.
Por otra parte, se presentarán ciclones tropicales más frecuentes y con vientos más fuertes, que durarán más tiempo, y aumentará el potencial de lluvias para la costa del Pacífico de México. Estos fenómenos significan pérdidas de millones de pesos en infraestructura, vivienda, así como muchas pérdidas humanas.
Sin duda, cada una de las proyecciones de los expertos del IPCC significa un reto para el gobierno, las empresas y las familias, pues debemos encontrar la forma de crear sociedades y economías resilientes, que sean capaces de enfrentar con éxito estos cambios en el clima.