Actualmente, el crecimiento anual de la demanda de energía se encuentra entre el 7 y 10% en países en vías de desarrollo , en los que la desproporcionada urbanización ejerce una presión sobre la disponibilidad de los recursos energéticos.
Por ello, es clave establecer políticas públicas que busquen garantizar una oferta y seguridad del suministro energético y poner en marcha medidas que permitan desarrollar un abastecimiento energético local asequible y sostenible.
Esquemas como la generación distribuida permiten la conformación de sistemas energéticos urbanos sostenibles y la influencia de las necesidades sociales y económicas ha transformado a las ciudades en los nuevos centros para la generación de energía.
En ese sentido, las ciudades han requerido de la consolidación de tres elementos clave: el impulso a tecnologías renovables de energía, el desarrollo de infraestructura eléctrica local y el fortalecimiento de mejores prácticas de consumo energético por parte de los usuarios finales. Su conjunción ha permitido establecer un equilibrio para el desarrollo sostenible de las ciudades y la utilización de sistemas de generación de energía por medio de fuentes renovables es una alternativa cada vez más presente y de gran importancia para la sostenibilidad energética.
Existen casos de éxito como el de la ciudad de Curitiba en Brasil . Entre 2019 y 2020, con el apoyo de C40 , se realizaron estudios de viabilidad técnica para la instalación de 26 sistemas fotovoltaicos en edificios públicos y para el desarrollo de una central fotovoltaica de gran escala. La capacidad instalada de estos proyectos contempla cubrir el 43% de la demanda total de energía de la ciudad y reducir más de 90 mil toneladas de dióxido de carbono en los próximos 30 años.
Otro caso es la ciudad de Nueva York que, desde 2016, diagnosticó el potencial existente para el desarrollo de proyectos de generación distribuida a nivel urbano .