La educación tradicional se funda en un modelo similar al de los procesos industriales de producción, con horarios de clases fijos, memorización de funciones y conocimientos, y evaluaciones estandarizadas. Se trata de un esquema educativo que rindió frutos en una época determinada, pero que debe ser repensado y rediseñado en el propósito por crear una nueva educación que atienda las altas exigencias del siglo XXI.
Los avances tecnológicos de las últimas décadas representan una oportunidad para impulsar la educación de la mano de la ciencia, las plataformas digitales y el internet. Sin embargo, no hemos encontrado la fórmula para que estas herramientas tecnológicas se aprovechen en el proceso educativo, sino que, con frecuencia, el mundo de lo virtual es considerado incluso como un obstáculo en la formación y educación de las personas.
¿Por qué resulta tan difícil reformar un modelo educativo que a todas luces tiene carencias y limitaciones? Pues bien, hay quienes atribuyen esta rigidez al propio sistema, y apuntan que son muchas las resistencias ante la propuesta de cualquier renovación. Aunque es verdad que todo cambio produce tensión y fuerzas opositoras, es innegable que el mundo se transforma a gran velocidad y la educación debe responder a esta circunstancia.
A la par, se argumenta que el modelo tradicional de educación ha sido exitoso en lograr que la mayor parte de la población de los países aprenda a leer y escribir, además de disponer de conocimientos e instrucción básicos. Esto es cierto y es digno de reconocimiento. Empero, considero que hace falta imaginar la posibilidad de un mejor futuro, con mayor igualdad social, desarrollo económico, y una auténtica cultura de la paz. Estos objetivos ambiciosos solo pueden ser alcanzados con el cimiento de una educación de calidad.
La nueva educación del siglo XXI necesita poner énfasis en el talento de las personas, el trabajo colaborativo, y los desafíos comunes a la humanidad.
Los expertos afirman que existen distintos tipos de inteligencia. Esto lo puede confirmar cualquiera que tenga hijos. Ahora bien, el sistema educativo actual es muy riguroso al enfocarse en materias como el idioma y las matemáticas, lo cual es positivo; no obstante, se da poquísima importancia o peso a asignaturas como las artes y los deportes.
Un joven en etapa escolar cuyos talentos (artísticos o deportivos, por ejemplo) no sean tan valorados por el modelo de educación tradicional, con toda probabilidad se sentirá frustrado y, peor aún, tal vez se perciba a sí mismo como poco inteligente.
La nueva educación será capaz de distinguir entre los diferentes tipos de inteligencia y las diversas clases de talentos. Más aún, los profesores sabrán identificar estas habilidades y motivarán a los alumnos para que potencien sus talentos al máximo.