El argumento de garantizar nuestra soberanía disfraza un propósito profundamente reaccionario: se nos pide ceder nuestros derechos como individuos a favor de un Leviatán inepto.
Entender la naturaleza de la discusión es crucial. David Cameron pensó que podía convencer a su electorado de permanecer en la UE con un cálculo detallado de los costos económicos del brexit. Sus adversarios nunca intentaron debatir esas cifras. Tampoco tuvieron empacho en inventar otras que nunca pretendieron comprobar. Enfatizaron factores emocionales: controlar la inmigración, recuperar la soberanía – otra vez esta inefable palabra. Al final, y como sabemos, prevaleció el hígado sobre el cerebro.
Segundo, en política hay que tener cuidado con la máxima de que quien no ha nacido, no vota. En el caso del brexit, los más viejos votaron por salir de la UE mientras que los jóvenes rechazaron esta opción. Puedes votar con el hígado cuando ya no tendrás que vivir con las consecuencias de tu decisión. Para un país como el nuestro, una reforma regresiva en términos ambientales sería una irresponsabilidad con las generaciones futuras. Ya nuestros hijos tendrán para reprocharnos la cancelación de la reforma educativa, ¿queremos seguir aumentando nuestros pasivos con el futuro?
Aquí hay de hecho una diferencia que ayuda a resaltar las ventajas de la democracia representativa. En Electrexit, la responsabilidad no recae en los ciudadanos, viejos o jóvenes, sino en el Congreso. ¿Qué debe pesar más? ¿Reflejar lo que se supone es la voluntad del electorado? ¿O tomar la decisión que mejor guarda su interés y el de las generaciones por venir? Lo segundo precisa una visión de largo plazo, bien sustentada técnicamente y objetiva.
Para el titubeante PRI, el primer factor aparentemente también pesa y mucho. Incluso parece existir la convicción dentro de ese partido de que las reformas estructurales, incluyendo la energética, les costaron las elecciones del 2018. No soy experto en el tema, pero me atrevo a plantear un par de observaciones.
En primer lugar, creo que la razón por la que el electorado castigó al PRI en 2018 no fueron las reformas, fue la percepción de corrupción. Por otra parte, suponer que revertir la reforma en materia eléctrica le redituará en votos en el 2024 es ingenuo. Lo que ocurriría es que el PRI se rompería a la mitad.
David Cameron supuso que la prolongada disputa al interior del Partido Conservador sobre permanecer o salir de la UE podría resolverse con el referéndum. La disidencia pro brexit sería derrotada, quedaría nulificada políticamente y el Partido Conservador finalmente se unificaría en torno a su liderazgo.