Esta capacidad de vernos a nosotros mismos permite analizar nuestra historia. Vemos cómo de pequeños arriesgábamos, jugábamos, imaginábamos, aprendíamos mucho aún con golpes y porrazos. Ya de adultos evitamos el fracaso, el esfuerzo extremo que frustra y la agresión de la vida para evitar trauma.
Cuestionamientos sobre por qué los niños aprenden más que los adultos son temas que impulsan no solo a la pedagogía sino también hoy a la Andragogía. A inicios del siglo XX, Binet (1903) y Yoakum (1925) realizaron investigaciones sobre la capacidad de introspección de los infantes.
Binet se enfocó en la forma en la que su hija resolvía un problema. Le cuestionaba el por qué actuaba así y cómo había llegado a esa conclusión. Yoakum por su parte inició a cuestionar a los pequeños a los que enseñaba: ¿Qué es lo que haces cuando estudias? Su experiencia educativa lo llevó a encontrar que estos tenían conciencia de actividades básicas para aprender. Ya como adolescentes los hábitos y estrategias para adquirir conocimiento eran más completos.
Lo esencial en aprender es, por una parte, tomar conciencia de mis fortalezas y debilidades para adquirir conocimiento, sean conceptos, competencias o valores. Por la otra, ser consciente del proceso o tarea a realizar de inicio a fin. El lograr como sujetos comprender una situación de vida permite desarrollar los procesos de planear, monitorear y revisar lo que realizamos para ser más eficientes en nuestras conductas.
Este proceso de verse a uno mismo lleva a aprender cómo aprendemos, lleva al meta aprendizaje. Pero, este conocer cómo conozco, aprender cómo aprendo, ¿para qué me sirve?
Como adultos se tiene ya una serie de estrategias que se adquieren a lo largo de la vida. Sin embargo estas herramientas no son las únicas para resolver los problemas. Si se quiere resolver las nuevas situaciones, utilizando las respuestas viejas, se limitan opciones.
Las circunstancias complejas como crisis de salud, economía, relaciones interpersonales, entre otras, deben afrontarse con la mente de búsqueda e innovación de niño. Hoy las personas deben utilizar y crear nuevas estrategias basadas en la experiencia para adaptarse, renovarse, innovar y transformarse.
La esencia de esta evolución es como el aprendizaje del niño dispuesto a jugar, tratar, equivocarse, frustrarse y, sin embargo, volver a la tarea. En esto sí ayuda mucho el crear metamundos, simulaciones, historias, fábulas, escenarios que con datos y tendencias permitan acercarse más a una resolución no solo lógica sino intuitiva. Esto aplica para la vida. Es clave estar dispuesto a repetir la tarea en el metamundo y las simulaciones hasta ganar.