Al realizar un auto análisis de la información que se utiliza diariamente en los celulares y equipos móviles es posible determinar la importancia e inversión de tiempo en: relaciones personales, interacciones de trabajo, información del entorno social y recreación.
Los medios masivos de comunicación tienen una tarea específica de ser sostenibles y expandirse. Por lo mismo, soportan su plan de negocios en función de demandas de mercado. Por su parte, las redes sociales, en una aparente neutralidad, enfocan su esfuerzo en la atracción de mayor número de usuarios que se transforman en perfiles de clientes potenciales.
No es extraño encontrar que entre las aplicaciones más usadas en el mundo se encuentren: WhatsApp, Facebook, Instagram, Snapchat, Uber, YouTube, SHAREit, Google, Amazon Mobile, Twitter, Netflix y TikTok. Todos estos, cuyo fin es conectar, provocan relaciones momentáneas, ágiles y superficiales. Las relaciones de pareja siguen un patrón de conducta similar.
En los en los últimos 30 años las aplicaciones han evolucionado de Kiss y match, que buscaban favorecer la interacción entre parejas, a espacios más especializados que vinculan individuos por segmentación de mercado. Bumble, donde las mujeres realizan el primer contacto; Tinder para relaciones rápidas; Lawyr para abogados; eHarmony que genera un perfil de personalidad; happn que apoya a encontrar a esa persona con la que te cruzas y deseas hablar.
¿Cómo devolver el sentido humano a la comunicación? ¿Qué elementos personales debemos de reactivar para que el medio no sea el fin de la comunicación y con ello abra paso a la manipulación de los contenidos? La respuesta a estas preguntas parte de retomar el para qué comunicarnos y cómo hacerlo.
La comunicación interpersonal en la familia y la escuela llevan a reconocer en sí mismo ideas, sentimientos, actitudes y valores a transmitir. Es ahí donde la educación tanto en la primera como en las instituciones educativas tiene un reto sostenido de impulso a que las personas logren su mejor versión e impulsen el crecimiento de los demás.
El primer paso para la humanización de la tecnología es la escucha atenta de los mensajes que se emiten para comprender al otro. Esto implica una revisión clara de lo que se expresa, los textos, las imágenes, el orden de las ideas. Un segundo paso lleva a desarrollar el principio básico de empatía en la presencialidad y en la mediación tecnológica. Esto lleva a observar, percibir y alinear la visión de con quién estamos hablando con o sin imagen.
Detrás de ese nombre en pantalla existe alguien que siente, piensa, escucha y tiene una situación peculiar al igual que tú. El ritmo de la comunicación, volumen de voz, ademanes y claridad de la expresión dan pistas para intentar conectar, escuchar, comprender e intentar empatizar con el interlocutor.