En algunas ocasiones he dicho que simplificar la inflación a un solo indicador mensual serial con dos ramificaciones, como son la inflación subyacente y la no subyacente, es insuficiente y técnicamente incorrecto.
Analizar a la inflación como una serie temporal agregada y maquillada por los ponderadores es darse un balazo en el pie, con el riesgo de equivocarse. Por esta y otras razones, es que Banxico tiene un porcentaje de efectividad de apenas 14% llegando a su objetivo de inflación, desde el año 2008. Falta pericia analítica y vocación, a juzgar por la debilidad intelectual de las minutas de su junta de gobierno.
La inflación es un proceso amplio y largo que incluye a millones de precios a lo largo de una cadena de producción compleja y llena de incentivos.
Cuando los banqueros centrales dicen que la inflación actual se origina por un choque de oferta, por ejemplo, por la rivalidad y escasez de insumos, los altos costos de los contenedores y de los materiales, están mal entendiendo el concepto de oferta y demanda de un mercado.
Ellas y ellos creen que la demanda es solamente aquello que el consumidor final (las familias) compran en el supermercado. Sin embargo, la demanda y los demandantes se localizan en diversos mercados a lo largo de las cadenas de producción. Para producir un determinado bien existen múltiples mercados, tanto nacionales como extranjeros, cada uno con sus propios incentivos, equilibrios y desequilibrios.
En otras palabras, hay una demanda para cada mercado en el proceso productivo, así como una correspondiente oferta. Es un yerro conceptual de primer semestre decir que la oferta está en un extremo (del mercado) y la demanda en otro. Por ende, es también incorrecto decir que la inflación viene solo por un choque de la oferta.
Por otro lado, en economías muy abiertas al comercio internacional la inflación importada y la localmente generada se entrelazan. Son hijas de la misma madre. Por lo que es complejo separarlas. Pero, ese es otro tema.
El punto es, que la inflación actual no está limitada a unos cuantos productos y servicios importados, sino que es un fenómeno más amplio (productos) y largo (tiempo), porque, además, tiene un origen monetario.
A continuación, lo demuestro describiendo el mapa de precios de México.
El mapa de precios
El mapa de precios es una herramienta de análisis, precisa y amplia que nos ayuda a ver la dinámica general de los precios de la economía, divididos por categorías de productos.
El Inegi, la entidad que muestrea los precios, les llama “genéricos” y son alrededor de 300 categorías. Dichas categorías incluyen alimentos frescos, alimentos empacados, bebidas, enseres, muebles, vivienda, educación, transporte, servicios diversos y muchas más.
De acuerdo con el mapa de los 6,510 precios promedio de las 300 categorías levantadas entre enero de 2020 hasta septiembre de 2021, el “calentamiento” de los precios de la economía mexicana ya venía desde antes del COVID-19.
En enero de 2020, el 57% de las 300 categorías ya rebasaban el umbral de inflación de 4%. Mientras que, en septiembre de 2021, el 92% de las 300 categorías superaron incrementos de 4% a tasa anual. Es decir, el proceso se generalizó.
El proceso inflacionario se expandió entre las 300 categorías, lo que obviamente provocó un nivel de inflación general cada vez mayor. Sin embargo, hay categorías que todavía no se incendian por la presión inflacionaria, pero, pronto lo harán.