Aquí me gustaría remontarme a hace más de 30 años, cuando durante la administración de Salinas de Gortari se reprivatizó la banca. En ese entonces, uno de los objetivos del gobierno mexicano era que la banca fuera controlada por inversionistas mexicanos, de hecho, en aquel entonces, antes de la entrada del Tratado de Libre Comercio, se impusieron restricciones a la inversión extranjera en los bancos para garantizar a los bancos locales que no tendrían competencia extranjera.
Como sabemos, el experimento de reprivatización de los 90’s no fue exitoso, ya que derivó en un rescate costoso para las finanzas públicas y, posteriormente, ocurrió un proceso de extranjerización. Ahora bien, dejando de lado sesgos nacionalistas, que muchas veces obedecen a consideraciones políticas, no me parece que hasta ahora la propiedad extranjera de los bancos haya sido perjudicial.
Una de las críticas comunes es que, al ser la banca extranjera, los bancos se llevan las utilidades a sus matrices en lugar de reinvertir en México, sin embargo, el crecimiento observado antes de la pandemia sugiere que los bancos aprovecharon las oportunidades de crecimiento en el mercado mexicano, al tiempo que mantenían una toma de riesgos prudente.
Por ejemplo, de 2010 a 2019 la cartera creció a una tasa anual promedio de 6.7% en términos reales, mientras que para el mismo periodo el PIB creció a un ritmo de 2.7% promedio anual. Por otro lado, la morosidad se mantuvo controlada y los niveles de capitalización han sido adecuados.
Por lo anterior, me parece que más allá de la nacionalidad de los jugadores del mercado, lo que puede ser más preocupante es la concentración y la falta de competencia; sin embargo, aunque claramente el sistema bancario mexicano registra concentración, no podemos decir tan fácilmente que el ambiente no es competitivo.
Es común escuchar del grupo de los siete bancos más grandes, o el G7, que controla el 77% de los activos de la banca. En términos generales, podemos decir que la estructura del mercado sugiere la existencia de una competencia oligopólica, aunque el análisis de la competencia de la banca merece profundizar más.