(Expansión) - Tener siempre la razón es una excelente señal del brillante desenlace de tu historia de negocios: el fracaso. Se llama ego. En el mundo empresarial el ego está tan normalizado que se ve como algo inevitable, incluso algunos lo llevan más allá y lo toman como bandera de status en el que cuelgan sus logros, talento o desarrollo profesional. Conforme se asciende en la escalera corporativa o se crece una empresa, la lagartija se convierte en dragón.
El ego se hace evidente cuando usas tu experiencia, tu habilidad de argumentar o simplemente tu puesto para pisotear las opiniones ajenas e imponer la tuya a toda costa. Algunas veces puede funcionar, pero cuando como cabeza de una empresa o equipo cruzas la línea entre perseverante y necio, ahí hay un problema porque tu deseo de tener razón no pasa por encima de la realidad y todo caerá por su propio peso: nadie pero nadie tiene más razón que tus clientes, ya que ellos mantienen la rentabilidad del negocio.